Las encuestas están dando a la baja a Podemos, algo que sucede por primera vez desde que la formación morada irrumpiera triunfalmente en la política española, dispuesta a cambiar el país de arriba abajo. Los vaivenes de esta última (primera de las suyas) legislatura no les han impulsado hacia una posición de recambio generacional y relevo político, como pretendían con respecto al PSOE, su adversario referencial en la pugna por la hegemonía de la izquierda, sino derivado a una situación de inferioridad, reducida a la posibilidad de aliarse con los socialistas de cara a la formación de un próximo ejecutivo.

Está por ver si el retorno de Pablo Iglesias consigue enardecer los ánimos y las encuestas. De ser así, su ausencia explicaría la causa de la depresión morada, pero si la recuperación de Iglesias no estimula a su partido habrá que pensar en otras explicaciones para la crisis.

Una, obviamente, puede deberse a las divisiones internas. Las constantes escisiones de Podemos en nuevos bloques o plataformas electorales no solo no han dado impresión de pluralidad sino que han evidenciado ante la opinión que, además de Iglesias, Irene Montero o Pablo Echenique hay otros líderes de la misma o similar ideología, y tan válidos como los mencionados, pero independizados de ellos y en algunos casos rivales en las urnas: Ada Colau, Íñigo Errejón, Mónica Oltra, Manuela Carmena, Pedro Santisteve, Miguel Urbán o Kichi...

Otro aspecto que no ha beneficiado a Podemos ha sido su apoyo a Nicolás Maduro, dictador inmisericorde, histriónico conculcador de derechos democráticos. La relación de Podemos con su régimen y su constante defensa, sin apenas una palabra de apoyo ni soluciones para el pueblo venezolano que sufre una situación intolerable, les ha hecho mucho daño.

Tampoco les ha ayudado la compra de un casoplón por parte de la pareja presidencial Iglesias/Montero.

Sin embargo, la posición de Podemos no está ni mucho menos perdida. El PSOE haría bien en no pronunciarse a favor de otros aliados (Ciudadanos, en boca del ministro Ábalos). No sea que Iglesias, los suyos y los oltros y carmenos, errejones y santistevos vuelvan a dar la campanada y a tocarle el badajo a la derecha.