Cuentan los sabios que un día tan listos se consideraban que, al caer del árbol la manzana ya se estimaban bañados en sidra. ¡Así acostumbran a funcionar los próceres con sus peculiares verdades! A ras de suelo, quienes curran desde la siete de la mañana, tráfico, patrones, encargados, guardias de seguridad y la mala leche, no entienden nada. Entre mosca y mosca, muchos de nuestros lectores, trabajadores que gozan un instante con el nacer del día, saben que la manzana produce sidra porque la pagan ellos, cosas de sabios. Las multas sin sentido que depositan los agentes municipales en los parabrisas de vehículos usados por gente madrugadora (calle peatonal, calle sin tráfico, aceras amplias y no interruptoras, salvo para los chivatos o confidentes de turno), además de insultantes resultan antiestéticas. Caen las manzanas y todos se consideran Einsteins, pura relatividad, a saber: multo donde no es preciso y envaino la pluma allá donde habría que utilizar la porra. Resulta vergonzoso contemplar a agentes que deberían estar al servicio de los ciudadanos convertidos en meros robots recaudadores. Pero todo es relativo. ¡Viva la sidra! y... las manzanas.

*Profesor de Universidad