Uno de los signos de estos tiempos es la colonización por parte de los cacharros informáticos. Lo aprecié durante un programa, en que alguien paseaba y en los lugares en que podía uno sentarse, todos los jóvenes se entretenían consultando o manejando sus móviles. ¡Nadie miraba hacia el universo mundo! Es decir, el móvil, con todos sus atributos, es como el culo, todos lo tenemos.

Y ahora un comentario de un sociólogo: me contaba que la diferencia entre un líder (político o no) moderno y uno caduco, es su familiaridad con las nuevas tecnologías y lo que significan. Los actuales dirigentes del PP, la mayoría al menos, no solo desconocen el poder de las redes sociales, es que las desprecian. Y esas redes los aniquilarán un día.

Así que detecto que en este desconcertante y doloroso asunto de la muerte de africanos en Ceuta, se mezclan varias torpezas; la primera, es la de pensar que la información la posee el que detenta el poder. Y ya no. Cualquiera con un móvil graba y difunde en minutos lo que antes solo era patrimonio de la autoridad. Y ello provoca que las mentiras de siempre tengan las patas más cortas.

Y la segunda, saca a flote una extraña filosofía cristiana: tan obstinados con la vida de un feto, pero tan gélidos ante el sufrimiento que tiene un africano pobre. Un puto negro, vamos. Que lo sepan: somos ya testigos de los abusos. En manifestaciones o en las fronteras. Y les aseguro, creo que tiemblan de desconcierto. No se pueden poner puertas al mar.