El trofeo del Memorial Carlos Lapetra se fue a Villarreal pero, en contra de lo que ha pasado en otros encuentros, la derrota del Real Zaragoza no supo tan amarga. El equipo, lleno de jóvenes novedades, trajo aire fresco en su presentación ante la afición. Fortaleza física, cierta intensidad, más competitividad y una defensa más cohesionada. Nueva etapa. Y todo ante una Romareda agostada --solo unos 4.000 aficionados-- aunque entregada, que tiene ganas de pasar página pero que es consciente de que aún faltan mimbres para este cesto.