Si no me equivoco, la palabra tópicos se ha introducido en una época relativamente moderna. Los tópicos son expansivos. Hay tópicos en pintura, en algunas escenas de teatro, en películas, en poemas y artículos... Los tópicos siempre están a punto de aparecer, su presencia se multiplica y con el paso del tiempo ya no es necesario que los tópicos se presenten como tópicos. Lo que me importa es su capacidad de convencer, de seducir. Algunos poetas, algunos cantantes luchan por evitarlos. Y un gran ejemplo lo dio el extraordinario cantante Bob Dylan. Salía a la escena y cantaba esto: «Somos dos, mi amor, el amor canta y ríe, pero en la muerte del día, pero en las sábanas del aburrimiento cada uno se encuentra solo...». «Hay mil contra mil que se creen el más fuerte pero en la hora estúpida aparecen 2.000 muertos, y así nos encontramos solos». «Un centenar de invitados para la gloria sin ninguna razón, pero cuando muere el azar, cuando se acaba la canción nos encontramos absolutamente solos...». Me cuesta imaginar, hoy, que un artista salga al escenario para cantar canciones así. Rompió todos los tópicos de las canciones sentimentales, y me maravilla que encontrara escenarios donde podía pensar y cantar con tanta libertad.

Quizás aquellos tiempos eran más abiertos que el nuestro. El hecho es que he vuelto a los recitales de Dylan y he pensado que aquellas palabras cantadas, y ahora prácticamente borradas por el olvido más absoluto, me abren unas puertas que no puede ser que lleven únicamente al pasado.

*Escritor