Como un ciclón pasó José María Sanz, Loquillo , por la Sala Oasis de Zaragoza, donde volvió a impartir una lección de rock y actitud. Su nuevo disco, Arte y Ensayo , con arreglos y colaboraciones de Jaime Stinus y Gabriel Sopeña, entre otros, ha venido a confirmar el excelente momento de Trogloditas, una banda esencial, compacta, que suena como un tiro.

Una de las canciones del nuevo disco del Loco levanta todo un homenaje a la generación de los nacidos a finales de los cincuenta o principios de los sesenta, generación a la que pertenece el propio artista. Se trata de un tema hasta cierto punto novedoso en la lírica rockera, pues, por una vez, y sin que sirva de precedente, no se canta a la chica, ni a la revolución, ni a la rebeldía sin causa, sino a la tranquila y pausada navegación de esa categoría de veteranos que transcurren por la vida con un ojo puesto atrás, sin nostalgia, y otro mirando, espiando, vislumbrando el futuro. A esos veteranos que, "como un tequila reposado", viven y hacen vivir, que enseñan y dejan enseñar, que aprenden y dejan aprender.

En la corriente del tiempo, que a todos nos arrastra, resulta cada vez más difícil establecer la propia edad, la del tiempo real, con sus nieves, como en el tango, y la del tiempo interior, habitada por los fantasmas y los sueños, por la fantasía y la imaginación. ¿Los mayores de cuarenta años somos jóvenes, somos mayores? ¿Somos hombres hechos o deshechos, como diría el inmortal Onetti hablando de sus antihéroes y juntacadáveres de la ficticia Santa María? ¿Somos los artífices de la transición o carne de cañón al servicio del nuevo sistema? ¿Hemos cambiado algo, hemos conseguido algo?

Todas esas preguntas, encadenadas por la tracción laboral, por el peso de la realidad, que ahora, a medida que la ley de la gravedad se agrava, pesa más que nunca, pueden surgir oyendo al Loco cantar una canción como Veterano . El propio tema, que no tiene nada de trágico, sugiere una visión optimista, una mezcla de experiencia e ilusión que puede servir para continuar alegremente el camino, cada camino.

Otro ilustre veterano, Miguel Delibes, bastante mayor que el Loco, acaba de referirse, en su última aparición pública, al requisito de la veteranía a la hora de escribir novelas. Para el maestro castellano, su edad de oro, en cuanto a la creación, coincidió con el período abarcado entre sus cincuenta y sus sesenta años, edad en la que trabajó a conciencia, con tranquilidad y tino, sin presiones ni prisas. Con veteranía.

A fin de combatir la crisis de los cuarenta, haríamos bien en incorporar a los alegres veteranos a nuestro paisaje existencial, y muy en especial al manantial fresco de la juventud, al que pueden aportar el añejo vino de sus cubas.

La bodega del Loco, gracias a las afrutadas cosechas procedentes de los sesenta y setenta, tiene en crianza, en barrica de roble, otro disco, otra novela y, en premonición con la portada de Arte y Ensayo , una segunda película, pues ya ha hecho una.

Sabor de veterano.

*Escritor y periodista