Allá, a finales de los 80, Margaret Thatcher pronunció una de sus frases más famosas: «La sociedad no existe». Era el culmen de su pensamiento solo existe el individuo y nada más que el individuo. En estos días hemos visto alguna actuación que podría confirmar lo dicho por la Dama de Hierro, al ver a gente acaparar papel higiénico (para luego almacenarlo en la terraza junto a la bandera), pasar la cuarentena en Marbella, sacar al perro 17 veces, o las piadosas monjas que abandonaron a los ancianos de la residencia a su suerte. Es decir, que es cierto que hay gente que es tan egoísta (o tan tonta) que efectivamente piensan que ellos son lo único, que lo colectivo, lo común y la sociedad no existen. Estos casos son sonados por lo exagerado y a veces hasta cómico de los mismos. Sin embargo, esta gente es la anécdota, no la generalidad. Cuando he salido a comprar, he visto que las pocas personas con las que me he cruzado, respetan las medidas de seguridad, guardando distancia, respetando las colas de una manera exquisita, y sobretodo quedándose en casa, no tanto para no contagiarse como para no ser vectores del virus. Estos no son la anécdota.

Además de un comportamiento cívico extraordinario en la inmensa mayoría de la gente, estos días están llenos de ejemplos que le hacen recuperar a uno la esperanza en el ser humano: ver cada día a los sanitarios, cajeras, conductores etc. ir a trabajar es un ejemplo. Ver a la gente a aplaudirles a las 8 de la tarde cada noche también. Esto no es todo, rascando un poquito uno puede encontrar montones de ejemplos de comportamientos extraordinarios estos días, cantidad de portales tienen un cartel con un número de teléfono de un vecino joven ofreciéndose a hacerles la compra a los mayores, en los barrios de la Madalena y el Gancho (y seguro que en más) se han organizado los vecinos para hacerles llegar el Sintrom a los pacientes de riesgo que lo toman. También hemos visto a personas desde la comunidad china hasta los dentistas donando sus mascarillas, a médicos jubilados que van como voluntarios a atender el 061, a profesores creando de la nada formas de aprender online para que los chavales no pierdan el curso, incluso a gente joven sintomática que rechaza que se le haga la prueba porque hay pocas y es mejor que se guarden para gente con más riesgo. Lo siento Margaret, la sociedad sí existe. Sois muy grandes.

*Profesor y economista