El de ayer fue un día muy movido. En jornadas así no sabes por qué hoja coger el rábano, pues si te centras en un tema, te dirán que lo haces para soslayar otro. O sea, que si dejas a un lado al trío Villarejo-Corinna-Juan Carlos I y pones el foco sobre cómo han echado literalmente a Soraya del PP, habrá quien te acuse de utilizar la agitada vida interna de la superderecha para taparle las vergüenzas a Su Majestad Emérita. Pero si lo planteas al revés te pueden decir algo mucho peor: que intentas cargarte el Régimen del 78 y la Monarquía parlamentaria haciéndoles el juego a los separatistas, necomunistas y demás ralea. Así que para evitar males mayores te buscas otro argumento. Y ahí está Echenique (sí, nuestro Echenique) convertido en gran figura de la política nacional. Un personaje perfecto para meterle caña. Porque él lo pone muy fácil con sus yerros, y porque arrearle a Podemos (y de paso a Unidos) sale gratis.

Al grano y con brevedad: la nueva dirección del PP es hechura de Casado y Cospedal, esa jefatura no admitirá corrientes de opinión ni solfas, manejará el partido con mano de hierro (en guante de acero) y pasa por completo del rajoyismo y del sorayismo. A Mariano y a su niña me los están poniendo de rojos para arriba. Con eso está dicho todo.

Por otra parte, las fuerzas políticas serias intentan aliviar de cargas al anciano Juan Carlos, a quien los juristas de orden asignan una inviolabilidad absoluta y una impunidad perpetua. Hiciese lo que hiciese. Se habla de chantaje al Estado (por parte del fementido Villarejo). Aunque... ¿acaso no estaríamos a salvo de todo chantaje si se aclarasen las presuntas cosas del Emérito? La transparencia y la verdad nos harán libres.

En fin, Echenique ejerce de mandamás de Podemos. Bueno ejerce... o lo que sea. El otro día la cagó en el programa Espejo Público (se molestó por nada y llamó «poco inteligentes» a los periodistas que le entrevistaban), ayer estuvo en Hoy por Hoy, exhibiendo su profunda ignorancia sobre cualquier tema de la actualidad política. Sabe de Física; pero de esto otro, apenas nada. ¡Ay!