West Side Story (1961) es un indiscutible clásico del cine. Adaptado de un musical de Broadway que, a su vez, se basaba en Romeo y Julieta, de William Shakespeare, el filme ganó diez Oscar, reventó la taquilla en todo el mundo y nos dejó escenas y números musicales para el recuerdo. ¿Era quizás algo cursi? Pues sí, también. Pero se trata de un drama redondo e irrepetible que queda en la retina de varias generaciones. Quienes odiamos las versiones modernas de los clásicos intuimos ahora que el fin del mundo debe estar muy cerca: Steven Spielberg ha comenzado a presentar las primeras imágenes de su West Side Story (2020). Si este genio de Hollywood ha sucumbido al remake -palabra que debería significar «vacío de ideas»-, habría que pensar que el cine, reflejo de la vida, se está agotando. En realidad, Spielberg ya había tocado antes una vieja película, Dos en el cielo (1943), para su Always (1989), pero ni por asomo es lo mismo.

No alcanzo a entender qué es lo que mueve a los buenos cineastas a destrozar clásicos del cine que deberían ser intocables. Aunque la versión de Spielberg actualice ideas, reconforte conciencias sobre el racismo y pueda superar a la película de 1961 en premios, calidad y taquilla (algo bastante dudoso), la cuestión no es esa. Lo que hay que preguntarse es: ¿Tú también, bruto Steven? Cada vez quedan menos cineastas que buscan la originalidad: Pedro Almodóvar, Tarantino, Clint Eastwood, Martin Scorsese, Woody Allen, Bertrand Tavernier, Stephen Frears, Ken Loach… Cuando estos se vayan, ¿qué tipo de cine nos depara el futuro? ¿Secuelas, precuelas, reboots y remakes? El mundo agoniza si se agotan las ideas en el cine, que es el perfecto reflejo de la vida.

*Editor y escritor