Cuando en 1997 circuló por los despachos y las redacciones un vídeo en el que se desvelaba una noche de intimidad sexual de un periodista con una mujer con la que no estaba casado, este tuvo proyección pública durante algún tiempo, pero luego no fue muy importante para el interfecto. Cosas que pasan, al fin y al cabo. ¿Qué hombre, hombre, no ha ligado una noche y tras la borrachera no se ha puesto ropa interior roja para acabar en la cama de quien sea?

Pues bien, en el 2019, la cosa sigue siendo distinta si somos las mujeres las protagonistas de un vídeo similar. En primer lugar una mujer, mujer, no hace públicas esas cosas de mantener relaciones sexuales porque es más bien cosa de… ¿putas? Y en segundo lugar se ha encargado de recordárnoslo en una televisión Francisco Rivera Ordóñez, sí, el torero machote: «Los hombres no somos capaces de tener un vídeo así y no enseñarlo». Para este torero, como antes lo fue para Luis Miguel Dominguín después de ligar con Ava Gardner, los ligues masculinos son motivo de orgullo, pero, ¡ay, en las mujeres!, en las mujeres son motivo de vergüenza.

Es increíble que todavía sigamos así, igual de increíble es que conozcamos el nombre, Verónica, y la vida de la mujer que se ha suicidado tras la difusión del vídeo en el que se mostraban sus relaciones sexuales y no el de quien reenvió el vídeo cometiendo, él sí, un delito.

Llegados aquí, no me queda más que lamentarme de que todavía vivamos en una sociedad tan absurda e hipócrita en la que una mujer, si salen a la luz sus relaciones sexuales, lo viva como un estigma tras el que se evidencia la falta de autoestima, la represión, la inseguridad… hasta tal punto de conducir al suicidio.

*Escritora