En su reciente libro de Memorias, Alfonso Guerra relata con detalle por qué el PSOE mantuvo hasta el final, en la elaboración de la Constitución, un voto particular sobre la forma de gobierno, es decir, una grave salvedad sobre la aceptación de la Monarquía cuando se trataba de regresar a la democracia para la que el franquismo había sido un paréntesis. En efecto, el socialismo no daba por buena, de manera automática, la fórmula de recuperación de la dinastía que había llegado a imponerse a los españoles por decisión de Franco. Han pasado 25 años, y recientes encuestas han puesto de relieve que una parte nada despreciable de los españoles aún mantienen esa grave salvedad sobre la forma de gobierno. Hay coincidencia en que episodios como el del 23-F fueron un formidable aval para el juancarlismo , pero no se termina de superar la gran cuestión de base: no hay razón intelectual ni histórica que permita determinar que una familia deba perpetuarse en la Jefatura del Estado. En los últimos años se han producido tres fenómenos en la Casa Real: el Rey ha tenido algunos amigos de dudosa honradez. Alguno está en prisión por apoderarse de bienes ajenos. La familia real ha crecido de manera importante, tras la boda de las dos infantas. Y en tercer lugar, el Príncipe se ha casado con una profesional del periodismo divorciada y progre . Este mes, la familia real ha estado en regatas de vela, en los Juegos Olímpicos en Atenas, o en viajes variados y múltiples, almuerzos y cenas. Más de un ciudadano se habrá planteado si en todo eso se concretan y ahí terminan las tareas y la misma razón de ser de la Monarquía y de la Casa Real. Y lo podrán haber cuestionado de manera más directa y hasta brutal: ¿Y todas estas personas a cargo de los presupuestos del Estado, cuándo trabajan? ¿Qué utilidad concreta y qué provecho tienen para la Nación? Se ha sugerido que la llegada al Principado de Asturias, y por tanto, a la sucesión de la Corona, de una profesional que sabe de competencia, de hipotecas, de madrugones y trabajo duro, debiera forzar alguna clase de reflexión interna en la familia. Salvo que su plena y perfecta integración en los modos y maneras se haya producido ya con la mayor urgencia y aprovechamiento. Da la impresión de que, ante el nuevo curso político, algo tiene que cambiar, o de que alguna cosa pudiera estar a punto de modificarse en la placidez excesiva de una familia que no es como las demás.

*Periodista