Sabrán que Josep Pedrerol ha encontrado acogida para su Jugones en Nitro, un canal nacido en la oleada de las TDT. Ha cambiado pero la esencia sigue siendo la misma. Tuve curiosidad por ver cómo se trataba la expulsión de Cristiano Ronaldo en Bilbao, y lo que vi no me decepcionó: aquello es un teatrillo que apela a los sentimientos menos nobles del deporte y se acerca sobre todo al teatro of-of Broadway. Una locura de gritos y ademanes emitidos por profesionales del periodismo.

Hoy tenemos en pantalla un encuentro al límite de la pasión: el Real Madrid midiendo sus fuerzas con el depresivo Atlético, que ya no puede cantar aquello de "qué manera de perder", con lo que cae por tierra toda su leyenda negra. Un duelo en la cumbre que oculta la cara oscura de este negocio; en Honduras los chicos vencen la desidia de un futuro sin presente, matándose a patadas en las gradas. Las imágenes de esa pelea son estremecedoras.

Hay dos fútbol: el digital y el analógico. El profesional y el amateur. Equipos como el Barça y el Madrid tapan las miserias de otros que disimulan que compiten. Son comparsas. Equipos como el Racing y cientos como él, donde los jugadores son carne de trapicheo, al servicio de presuntos delincuentes que los dirigen. O como el Zaragoza. O como tantos que deambulan en Segunda e incluso en Primera. Debe caer ya esta burbuja ficticia. Pedrerol arma bulla en su teatrillo, pero nunca habla de las miserias de este negocio que huele a sangre.