Ya no es Pilar Rahola aquella chica independentista y progre que promocionaba otra Cataluña, sino una tertuliana habitual en círculos periodísticos, que conserva, pues no todo se pierde, parte de su frescura y su capacidad provocadora.

En una reciente entrevista, concedida a Teresa Pérez, de el Dominical de EL PERIODICO, en la sección "Hoy toca sexo", Pilar Rahola habla de los requisitos que para ella exige la seducción, y de algunas predilecciones y rechazos.

Para marco de una cita a ciegas, además de un señor presentable, exigiría una copa de Oporto y un bolero meloso, o cursi, y procuraría desprenderse de cualquier connotación pasada o presente del poder. Porque el poder en las mujeres --ya que estamos en ambiente--, arruga, según su punto de vista, "algunos instrumentos". "Cuando eres una mujer con imagen fuerte, los hombres buscan en la cama a la tigresa y se decepcionan al encontrar una gatita", dice.

En cuanto a los políticos, Rahola prefiere a Belloch (al que considera, por su "morbazo", el más sexy) que a Zapatero, a quien define como "monín", pero también, a la postre, "como un pez hervido". Con Aznar, en cambio (y es que este hombre no gana para calabazas), no ligaría ni en una isla desierta. "¿Te imaginas? --ironiza Rahola--. En el clímax te da con la unidad de la patria". El hombre menos sexy de nuestra historia sería, en su opinión, Manuel Fraga. Y, la verdad, el pobre está de mírame y no me toques...

Viene esta introducción a propósito de la recurrencia que en cada campaña suele establecerse en torno a la capacidad seductora de los candidatos, y candidatas. Si son guapos, guapas, feos, feas, si tienen carisma, si despiertan secretos anhelos... Adolfo Suárez, por ejemplo, basó una buena parte de su éxito en el indiscutible gancho que ejercía frente al electorado femenino. También, Felipe González. Aznar, sin embargo, ganó sin despertar la menor pasión. Y tampoco Zapatero o Rajoy han hecho del erotismo su aliado...

Por lo que respecta a los candidatos aragoneses, los hay para todos los gustos.

Belloch no se presenta, por lo que deja libre el trono. Que podría ocupar, si tuviera más morbo, el aseado, y asimismo un tanto hervido atractivo de Santiago Lanzuela, que conserva la percha (y poco más). Jesús Membrado, por su parte, conjuga una erótica proletaria, de lunes al sol, que ignora el markéting y confía en la pana; necesita un manager. Luisa Fernanda Rudi, emanando siempre el dudoso encanto de la disciplina, ve crecer las canas de sus fans. José Manuel Alonso y José Antonio Labordeta son, objetivamente, feotes, pero tienen corazón. Más juvenil, en su edad provecta, fluctúa Manuel Blasco. Gabriel Cisneros está como un tren, tipo Tamagochi . Ramón Moreno como un queso, pero de bola, óptimo para el bocata. Alfredo Arola, si te lo encuentras de noche, te da un susto. Verónica Lope conserva en el devocionario algún pétalo de las muchachas en flor. Pintado, poniéndoselo fácil, tiene más sex-appeal que Morlán. De Atarés manan roceros pasodobles. De Mur, un rubor de campus. De Jesús Lacasa, una ternura huérfana, no sé si de voto... Y la carne de los demás es ignota.

*Escritor y periodista