Hace tiempo escribí que cabía la sospecha de pensar que Aznar jugaría la baza de escoger a sus sucesores primero, y entorpecerles la campaña electoral después, con el ánimo de que perdieran, y convertirse así en una gota de gobierno de derechas en un océano de gobiernos del PSOE. Hoy, aquella sospecha es una evidencia y el ruido de sus pasos, un clamor. Aún hay quien parece defender la postura tibia de que sus últimos viajes y entrevistas con Bush y compañía son un error, y que haría mejor quedándose una temporada quietecito, en el discreto plano de jubilado de la política que le corresponde. Cierto que el personaje no tiene muchas luces, y con tiempo es capaz de diseñar estrategias. Eso es lo que está haciendo, si bien de una forma infantil. Se retira voluntariamente, pierde Rajoy, aún baja más el partido en las europeas (gracias a sus viajes, claro), y se convierte otra vez en la esperanza de la derecha española. Pues habrá que recordarle que el pueblo español, les vote o no, consideramos a Rato, Ruiz-Gallardón y Rajoy como políticos capaces, de raza, con razonamientos propios. Y que él no ganó en el 96. También escribí que perdió Felipe González.

*Abogado