Dicho está que la expansión del virus no solo depende de las medidas de contención del Gobierno. Está en el grado de responsabilidad de cada uno de nosotros. Tras la agonía sanitaria es de perogrullo está aseveración pero cada vez que uno se asoma a una terraza no es mala idea insistir.

Porque parece que tanto aplauso en los balcones no ha servido más que para el postureo pandémico del confinamiento decretado que para darnos cuenta de la realidad inestable de lo que vivimos. Y que debería haber asentado una conciencia casi impertérrita. Pero no.

Los rebrotes de las cuatro comarcas aragonesas han provocado que se pueda retroceder a una fase que parecía tan lejana pero que ha vuelto. Es el espejo de la denostada por falaz «nueva normalidad». Todo es susceptible de repetirse hasta el punto de que todo puede ir a peor aunque parezca impensable.

Los expertos no dejan de insistir que no se sale de la pandemia, sino con ella. Que el virus sigue ahí acechando en cada rincón aunque tengamos una falsa sensación de haber terminado con él. Estamos lejos del fin de esta pesadilla anómala.

El 79% de los españoles teme un rebrote, según Sigma Dos. Sin embargo, hay una doble vara de medir en el pensamiento colectivo de lo que podría suceder con lo que se puede remediar. Nos echamos las manos a la cabeza por temer un nuevo rebrote pero toleramos --porque todos lo hemos visto-- a una jauría de destalentados paseando por las calles sin mascarillas ni intención de mantener la seguridad sanitaria.

Hubo un rebrote en Seúl que empezó con un único contagiado en una zona comercial que disparó los casos de infectados, lo que provocó que las autoridades surcoreanas decidieran cerrar (otra vez) los establecimientos de toda la ciudad. Solo por un contagiado. Y esto es un ejemplo de tantos. O nos responsabilizamos o lo que esté por venir será irremediable.

Porque el virus es todavía una incógnita. Los científicos con el aval de los gobiernos aún insisten en que tienen mucho que aprender. Y tan solo evitar más contagios depende de nosotros. Es tan fácil como parece.

¿O tras dos meses de confinamiento con perspectivas económicas de un 10% de caída del producto interior bruto (PIB) aún insistimos con nuestro comportamiento en repetir una cuarentena de consecuencias aún más dramáticas? Es más que evidente que ningún país resiste otro confinamiento. Ni se perdonaría otras casi 40.000 víctimas en menos de 100 días.