Por iniciativa del PP y con el respaldo del PSOE, la ley de grandes ciudades ha nacido para dejar manos libres a los alcaldes, sometidos hasta ahora al férreo control de la oposición. La oposición, las oposiciones municipales de todos los colores, acostumbran a tener buenas relaciones con los medios de comunicación, porque en la medida que liberan información interna contribuyen a garantizar la transparencia de la gestión municipal.

Pero esta transparencia se ha acabado, porque la nueva ley ampara el secreto, veta a la oposición el libre acceso a los expedientes y la deja fuera de la Junta de Gobierno, de manera que la gestión será a partir de ahora todo lo transparente o todo lo opaca que el equipo de gobierno quiera.

Tal y como está funcionando ahora mismo la información, las perspectivas no parecen muy halagüeñas. El Ayuntamiento de Zaragoza, como otras tantas instituciones, se ha dotado de un primoroso equipo de comunicación, que elabora la información a la medida del equipo de gobierno y la dosifica a su antojo, de tal manera que más que un gabinete de prensa actúa como parapeto entre la institución y los medios de comunicación.

"Perro no come perro", es la máxima que marca el nivel correcto de comportamiento para una pacífica coexistencia periodística. Esta cuestión no va de perros , va de políticos, y aquellos que ejercían un singular y democrático papel informativo desde la oposición han acabado bunkerizando sus parcelas y nadie suelta prenda. Hasta los funcionarios necesitan un permiso especial para hablar con los medios. Inaudito.