Comenzamos hoy el verano más extraño tras la primavera más larga. Somos seres estacionales así que la ruptura de la costumbre temporal nos desorienta. Hemos crecido contando los años de septiembre a junio. La vida transcurre así con la lógica de los cursos y no por la ingestión de uvas. La resaca de la alarma que finaliza, tras la pandemia, nos deja alarmados en un inestable equilibrio entre la necesidad y el miedo a la nueva socialización. No estábamos preparados para un cambio tan brutal de comportamientos. Pero menos para asumir un retroceso, ahora que acabamos de estrenar una nueva normalidad que no sabemos si llega con garantía de devolución.

Entre las tendencias mayoritarias, tanto al temor como al exceso de confianza, la prudencia se debate con dificultades por abrirse paso sin distanciamiento. Estos desajustes se asimilan a los que expresan pacientes que desarrollan el llamado Trastorno Afectivo Estacional (TAE). Se caracteriza por la presencia de síntomas depresivos que habitualmente se centran en la llegada del invierno. Pero hay una variante muy específica de este trastorno, que coincide con la llegada del verano. Las personas que lo sufren tienen falta de apetito, pérdida de peso, insomnio, irritabilidad y ansiedad. Los niveles de un neurotransmisor, como es la serotonina, y de la hormona melatonina, tienen mucho que ver con este problema, como lo son en general, todos aquellos en los que los niveles de luz natural están implicados. ¡Que se lo digan a los nórdicos! Tras el solsticio que inauguramos, nos adentramos en un verano relativamente estático. Quizás nos sirva para apreciar más lo cercano y lo nuestro. Va a ser un verano más del «vente» que del veinte. El turismo que hemos construido no estaba pensando para los de aquí sino para los de allá. Las campañas de reanimación vacacional son necesarias. Pero los respiradores económicos de las familias están más pendientes de que el oxígeno llegue al bolsillo. Unos salen de ERTE. Pero muchos siguen hartos de no encontrar o recuperar su trabajo.

La tensión sembrada desde las bancadas verdiazules recoge sus hieles. Un exmilitar dispara, literalmente, a las fotografías de miembros del Gobierno. Fue detenido el viernes. Sus compañeros de ideología piensan lo mismo. Afortunadamente, no se mete a nadie en la cárcel por pensar. Es lo que tiene la democracia. Aunque ellos sí lo harían con el resto. Otros, a falta de fusiles, vomitan plomo con sus insultos de odio, racismo y machismo fascista. Es el caso del ex consejero del PP en la comarca de Tarazona-Moncayo, Eloy Valero. Ayer dimitió a palos. Tiene guasa que llevara la cultura en tan culta comarca. Su jefe de filas en Aragón, Luis María Beamonte, sigue de tipocegato ante lo ocurrido. Ambos especímenes del facherío rancio, son unos auténticos hijos de ruta de la ira ultra. Que tengan cuidado Casado y Abascal de lo que generan sus soflamas. Quizás piensen eso de «cría cerdos y se comerán a los rojos».

En Europa hacen lo mismo, zancadilleando con más estilo pero igual objetivo, torpedeando las ayudas que nos pueda dar Bruselas. El patriotismo de las derechas es inversamente proporcional al tamaño de sus banderas. Luego está el sector friki que encabeza el club de la comedia conspiranoide. Entre sus artistas más reconocidos, José Luis Mendoza, Presidente de la Universidad catódica de Murcia. Este Terminator de la ciencia y procreator seminal de ultras católicos, se ha vuelto un experto en patatas fritas al denunciar que nos quieren implantar chips con una posible vacunación masiva frente al virus. Su compañero de juerga de Shriners, el cardenal Cañizares, se dedica a divulgar en misa que esa posible vacuna se está elaborando con sustancias fétidas. Ambos monologuistas tendrán la gracia de Dios. Pero su inteligencia pertenece más bien al quinto día de la creación divina.

En Aragón ya sabemos que la distancia que separa a Lambán de Sánchez es de solo medio metro. Aunque la dimensión, y la dirección, importan. Hablamos de educación. El equilibrio entre salud, sensatez y el comportamiento infantil, dentro y fuera de la escuela, es complejo. Si se mezclan intereses legítimos de familias y docentes, la cosa se complica. Debemos huir de un debate corporativo para acercarlo a la realidad. Cuando todos tienen algo de razón, solo es posible el diálogo y el acuerdo. Estaremos atentos, la próxima semana, al debate virtual organizado sobre este tema, en el ámbito plural de la izquierda, que coordina Cristina Monge.

La política es el arte de transformar supuestas quimeras en realidades concretas que nos hagan más felices. El Ingreso Mínimo Vital es un buen ejemplo. Por cierto haría bien el gobierno de Aragón en reconvertir el Ingreso Aragonés de Inserción, en un complemento de ayuda, en especie, para el alquiler, la luz, agua, internet, etc. que se sume al IMV. Maru Díaz ha ganado las primarias en Podemos y anuncia cambios Se emparejan las patas institucionales y orgánicas de la izquierda más innovadora, para repetir el esquema habitual de todos los partidos.

En Zaragoza el ayuntamiento ha puesto en marcha una app para conocer, en tiempo real, el flujo de bañistas a las piscinas. ¡Ya está bien de hacer partidismo! ¿Para cuándo una apsoe, una apodemos o una acomún? Si es que están obsesionados…

*Psicólogo y escritor