Termina una semana en la que dos países diferentes han decidido mostrar sus vergüenzas al mundo entero. El miércoles vimos a la presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, llorando públicamente al presentar el informe de la llamada Comisión de la Verdad. Este organismo ha investigado las torturas a las que se sometió durante la dictadura a muchos ciudadanos brasileños entre 1964 y 1985. En el documento hecho público aparecen los nombres y apellidos de los 377 responsables de las vejaciones que provocaron la muerte o desaparición de 434 personas. Al conocer esta información, son muchos ya los que piden que haya consecuencias penales frente a la ley de amnistía que los perdonó a todos.

Treinta años después Brasil hace un ejercicio de profundización democrática envidiable. Como decía su presidenta, que sufrió en primera persona aquellas torturas durante tres años tras ser detenida, "la verdad es una oportunidad para establecer un encuentro entre el pueblo y su propia historia". De Brasil a Estados Unidos. La Administración Obama presentaba esta semana el informe sobre las torturas realizadas a sospechosos de terrorismo durante la etapa de Bush como presidente. Un texto aterrador que relata cómo los agentes de la CIA intentaron conseguir información aplicando las más terribles prácticas. De momento no han tenido consecuencias políticas ni penales. El director de la CIA ofrecía hace un par de días una rueda de prensa para intentar limpiar en algo la imagen de ese organismo. Las explicaciones han sido una serie de justificaciones absurdas como que tras el 11-S no había "respuestas fáciles" contra el terrorismo o que la información que se obtuvo de esos brutales interrogatorios fue "muy útil". Por su parte, uno de los cerebros de aquellas políticas, mano derecha de Bush, Dick Cheney, calificaba de "mierda" en una entrevista en la cadena Fox el contenido del informe. Y para rematar una frase tan elaborada añadía: "¿Deberíamos darles (a los sospechosos de terrorismo) dos besos en las mejillas y decirles: "por favor, díganos" qué sabe?".

Todo esto sucedió hace solo unos 10 años. Entre 2002 y 2006. Aquí en España seguimos esperando para saber detalles de lo ocurrido en el golpe del 23-F o asuntos bastante más recientes y dolorosos como la gestión política del 11-M a través de documentos oficiales. Seguimos esperando. O como diría la presidenta de Brasil, seguimos esperando para poder tener un encuentro con nuestra propia historia. Periodista