Una mujer muerta en Laredo a manos de su pareja; una menor violada en Castellón por dos hombres y otra joven violada por un grupo de cuatro, también hombres, en Alicante. Y apenas llevamos una semana del nuevo año. En Zaragoza, estos días también se ha detenido a tres hombres por agredir a sus parejas, unos en casa y otro en plena calle.

No parece que haya dudas sobre el género de las víctimas y el de los agresores. Es la suma y sigue de una continuidad histórica, el alimento de una estadística que no cesa a pesar de las leyes contra la violencia de género, la decidida movilización de la mujer y la sensibilidad social de apoyo. Tres factores activados como nunca y que no logran impedir que persistan los delitos.

El Instituto Aragonés de la Mujer, en un estudio pionero, constata la pervivencia del machismo cuantificando que casi el 8% de las mujeres de más de 65 años sufre violencia de género, una franja de edad en la que la resignación se hace forma de vida. Y frente a los hechos y en las mismas fechas, Vox pone en duda la ley contra el machismo en Andalucía y exige toquetearla si el futuro Gobierno quiere su apoyo. En esas estamos, caracoleando sobre lo evidente, quitando sentido a las palabras mientras la verdad se difumina. Ojito con banalizar asuntos tan graves, no se vayan a crecer las manadas.

En Brasil, sin más, la ministra de Familia, Mujer y Derechos Humanos ya tontea con una nueva era en la que los niños vistan de azul y las niñas de rosa. Una simpleza ¿verdad? Si, si…

*Periodista