Sigo con cierto desconcierto lo que está pasando en Gran Bretaña en el proceso del brexit. Sobre todo, y tengo que confesarlo aquí, porque ya no tengo ni idea de en qué fase está el procedimiento. Para mí, las noticias son siempre las mismas, y van en bucle. Theresa May va a Bruselas y se vuelve sin acuerdo; Bruselas dice que si Gran Bretaña se quiere ir, que adiós, pero que de facilidades, nada; Theresa May vuelve a su Parlamento, la abroncan y hace algo en el último minuto que le consigue más tiempo en su casa, mientras en Europa insisten en que nada ha cambiado, que las condiciones son las que son. Amén. Pero ahora hay una noticia que rompe con la dinámica de estos meses atrás: hay una posibilidad de que se convoque un segundo referéndum. Eso sí que es un escenario inédito, dado que en el primero, la gente votó basándose, en buena medida, en las mentiras descaradas de individuos como Nigel Farage (hoy desaparecido en combate) o Boris Johnson, otro que tal. Ambos, por cierto, guardan un sospechoso silencio, como si todo este caos que desencadenaron con su falta de honestidad y su populismo barato no fuera con ellos. Pero si ese segundo referéndum tuviera lugar, sería un buen test para saber varias cosas. La primera, si de verdad a la gente le importa que le mientan. La segunda, si una vez que sabe que le han mentido, a la gente le importa saber la verdad. Y la tercera, si la gente piensa por un minuto en lo que vota, o vota desde las tripas, sin criterio y sin reflexión. Debería decir «alguna gente» en vez de generalizar, lo sé. Pero cada día tengo menos fe en la condición humana del votante que elige el Brexit o a Trump.H *Periodista