'De la estupidez a la locura' es el título de la obra póstuma de Umberto Eco y en estos meses esa frase define nuestro día a día, al habernos tocado vivir tiempos convulsos en los que vemos cómo la estupidez genera opinión y de qué forma la locura se instala en nuestra vida con una normalidad totalmente anormal. Por un lado tenemos a los negacionistas que niegan la existencia de esta pandemia y se revelan como auténticos sabios al asegurar, sin ningún tipo de duda, que esto del covid-19 es una patraña, una mentira para tenernos sometidos y de esa forma controlar cada uno de nuestros movimientos, cada uno de nuestros látidos y cada una de nuestras respiraciones. Por otro lado tenemos a nuestros políticos y digo «nuestros» con premeditación y cierta alevosía, porque son «nuestros», porque nosotros los hemos votado y en ocasiones, demasiadas, nos señalan con el dedo y nos sentimos como aquel Elegido al que Silvio Rodríguez dedicó estos versos: «Lo más terrible se aprende enseguida y lo hermoso nos cuesta la vida».

Acaban de dar la seis de la tarde y el desasosiego, ese en el que llevamos habitando demasiados días, me asola de nuevo. Todo el mundo habla del 8 de marzo y una vez más el circo político está lleno de frases que son esperpénticas y repletas de connotaciones que solo sirven para hacernos un poco más de daño. Elijo una: «El 8-M será el día de la mujer contagiada» y al escucharla vuelvo sobre al título del libro de Eco, que a su vez era el título de unos de sus artículos, porque esa idea de que el 8 de marzo será el día de la mujer contagiada alberga tanta estupidez como locura en esta espiral en la que nos encontramos de frases rimbombantes, que solo buscan encender la tecla de la disputa y del enfrentamiento.

Habrá mucho ruido de aquí al 8 de marzo y todo ese ruido solo busca una constante: desacreditar esa fecha, enturbiarlo todo con el objetivo final de que no haya un día de la mujer o ese día se confunda y se desvirtúe en una amalgama de historia paralela que algunos pretenden rescribir aprovechándose del hartazgo y la confusión que nos genera esa situación de pandemia, restricciones, aislamiento y miedo.

No nos hace falta tomar las calles para dignificar y recordar que el 8 de marzo es el Día Internacional de la Mujer y lo es porque la historia una y otra vez ha maltratado a las mujeres, las ha ignorado, las ha agredido y las ha silenciado. El 8-M es el resultado de una larga lucha y sí: el futuro tiene que escribirse en femenino, porque es la única posibilidad que tenemos de tener un futuro digno.