ANTONIO POSTIGO

Un grupo de militares jubilados ha alterado a muchos con sus cartas al Rey, su manifiesto y algunas afirmaciones rayanas en la locura. Dado el carácter, abiertamente golpista, de sus expresiones, la primera pregunta que nos hemos hecho muchos es: ¿sigue habiendo golpistas en España? Cada cual tendrá su respuesta y la mía ya fue expresada en este periódico hace unos días. Pero el asunto no se agota ahí, quedan otras muchas cuestiones que podríamos plantearnos en relación con lo dicho por esos ultras. Y una de ellas, tal vez la más relevante, tenga que ver con Franco y el franquismo. ¿Cuántos franquistas quedan en España? Ya ven que no pregunto si quedan, lo doy por supuesto, y a los hechos me remito.

Para mí el debate sobre Franco y su secuela es un asunto pendiente, aunque haya entre nosotros muchos compatriotas que se declaren hartos del tema. Permítanme que cite algo personal sobre esto. Al hilo de la publicación de mi última novela: Yo soy Efe Efe , en la que la presencia del que fuese director de la Academia General Militar de 1928 a 1931 es principal ya desde el título, ha habido quienes me han planteado lo siguiente: Franco, ¿otra vez?, pero ¡qué pesado eres! Me parece evidente que mi obsesión por este personaje no es una paranoia, y tengo que volver a repetirme: a los hechos me remito.

No se trata solo de unos jubilados nostálgicos, no es eso. Son millones de españoles los que siguen viendo con simpatía a ese señor. Y son muchos los dirigentes políticos de la derecha que piensan así.

La mayoría de esas personas son descendientes de combatientes en el bando sublevado en la guerra civil. Y es posible que piensen que hablar mal del franquismo es hacerlo de sus padres, lo cual es una estupidez. Nadie es responsable de lo que hicieron sus antepasados salvo que expresamente lo quieran ser. Mi padre combatió en ese bando y fue guardia civil durante el franquismo y nunca le oí decir nada en contra del general. Si yo critico a Franco y al franquismo es porque he estudiado con cierta profundidad esa figura y esos años y creo que merecen la más absoluta de las críticas. Es más, me atrevo a decir que quienes lo siguen apoyando es por desconocimiento, ya que no me gustaría convencerme de que es por maldad.

El franquismo fue un régimen político dictatorial. Eso no es un insulto, es la verdad. Desde la primera de sus disposiciones, decreto de 29 de septiembre de 1936, queda claro que una persona, Franco, asume todos los poderes del Estado. Eso es una dictadura. Y alabar a una dictadura es ser contrario a la democracia. Son regímenes políticos antagónicos. Dictadura igual a no democracia. Aplaudir a la dictadura es rechazar la democracia. ¿Tan complicado es de entender esto?

Sería maravilloso que los líderes de la derecha afirmasen sin ningún género de dudas que ellos son antifranquistas. Es decir, demócratas. Y dentro de la democracia es perfectamente legítimo que defiendan ideas conservadoras. ¿Alguien no lo entiende?

Lamentablemente no es así. Nadie en Vox, sería impensable, pero tampoco en el PP es capaz de hacer públicamente una declaración como esa. Solo he oído una vez, a un dirigente popular, decirlo. Fue en TVE hace varios años, siendo M. Rajoy presidente del gobierno y su jefe de gabinete, Jorge Moragas , diplomático de carrera. Fue este quien pronunció de forma rotunda una frase parecida a esta: Franco es alguien detestable que ha producido a España un daño que tardaremos muchos años en curar.

La democracia no es el mejor de los regímenes políticos. Como mucho podemos llegar a afirmar aquello que dijo Churchill , es el menos malo de los conocidos. Todos son malos, todos tienen imperfecciones, pero algunos presentan menos problemas que otros. Y somos muchos millones en el mundo, yo desde luego, los que creemos que no se ha inventado algo más práctico y sensato que la democracia. Han sido demasiados los siglos y las penurias causadas por malos gobernantes y solo las luchas y rebeliones contra ellos han permitido ir evolucionando hacia esta fórmula: el gobierno del pueblo, la acción política dirigida por y para los ciudadanos. Pero con eso no basta, es preciso que seamos conscientes de la fragilidad del sistema, por lo que es necesario que todos, comenzando por los gobernantes (incluyendo en ese calificativo a pasados, presentes y aspirantes a serlo) pongamos a diario todo lo preciso para mejorar. Y si no hay una base sólida, mal vamos, y apoyar al franquismo es socavar esa base. No podemos defender dos cosas contradictorias a la vez. O soplamos o sorbemos. O franquismo o democracia.

Y que nadie recurra a ese subterfugio de decir que defienden al Franco militar. Eso es una simpleza. Si está en los libros de historia es por político, por dictador.