Aragón cuenta en su despensa con dos condi- mentos para aromatizar platos y alimentos y convertir una receta convencional en un auténtico manjar. La comunidad aragonesa es el mayor productor y exportador mundial de trufa negra Melanosporum. Teruel copa la mayor superficie cultivada y es un referente en España con varias ferias temáticas dedicadas a este manjar gastronómico.

Una de las formas de incorporar la trufa a los platos más comunes es rallarla para disfrutar de su potente y exclusivo aroma. Además, si disponemos de entre 24 y 48 horas, algunos alimentos pueden trufarse. Los productos que mejor se trufan son el aceite, el queso, las carnes grasas, la mantequilla, el arroz, la pasta y los huevos, entre otros. Eso sí, hay que tener en cuenta que la trufa es un alimento perecedero y si no se consume pronto se echa a perder.

El azafrán es una de las especias más características tanto del campo como la mesa aragonesa, con una gran versatilidad en la cocina. Más allá de las paellas y arroces, se puede utilizar con verduras, legumbres, carnes o pescados. Es más, uno de los usos más comunes se encuentra en el bocado más dulce: el postre.

Este condimento se puede incluir en las recetas como una especia normal, es decir, echando un poquito en la elaboración para conseguir su toque de sabor y aroma, o en forma de infusión en agua, leche o caldo, para utilizar todo su poder colorante. En ambos casos pueden machacar las hebras antes de realizar la infusión.