El Real Zaragoza recupera después de dos semanas el pulso de la competición liguera tras la victoria en los despachos contra el Reus y un parón de la competición que le ha venido estupendamente para resetear el duro golpe recibido ante el Alcorcón que supuso el regreso a las urgencias de un enfermo que necesita que la tranquilidad clasificatoria llegue cuanto antes. Ahora, con cuatro puntos de renta sobre el Lugo, que marca la zona de descenso a la tragedia de la Segunda División B, visita en la antesala de la UCI a un Córdoba desahuciado, que solo ha ganado uno de los últimos 10 partidos y que es el colista real sin contar al conjunto reusense, ya descendido de forma administrativa. Así que sin duda es de largo el enemigo más propicio de los siete que le restan.

Todo lo que no sea vencer en El Nuevo Arcángel al peor local de la Liga, al equipo que menos gana, al más goleado de la competición y a unos jugadores que no cobran en los últimos meses solo podrá interpretarse en clave de fracaso, además de que supondrá la entrada en pleno en la Unidad de Cuidados Intensivos teniendo en cuenta que después el calendario se complica mucho, recibiendo como rivales inmediatos al Deportivo y el duelo fratricida en la visita al Extremadura.

El Zaragoza saltará al césped sabiendo ya lo que han hecho todos sus enemigos, también el Lugo, y conociendo el valor absoluto en la clasificación que tendrá ganar al conjunto cordobesista. El valor emocional y a efectos de moral ya se sabe, será tremendo, porque el equipo, sin contar el triunfo con el Reus, está en una clara regresión, con cinco derrotas en los últimos ocho duelos, un balance negativo y muy distinto al que trajo Víctor Fernández cuando llegó al banquillo y fue capaz de levantar al Zaragoza. Necesita ganar y hacerlo ante un enemigo virtual y anímicamente descendido y que es un auténtico coladero en defensa, con 67 goles, es más que una obligación.

VARIOS CAMBIOS

Para lograrlo, el entrenador zaragozano no tendrá a James, que no se recuperó a tiempo del golpe en el peroné tras la dura entrada de Boateng, ni tampooco a Benito, Dorado o Lasure pero sí a Cristian Álvarez, que ha pasado la semana entre algodones por unas molestias en el costado. Una final así se afronta mucho mejor con la presencia y las paradas providenciales del argentino que, salvo giro imprevisto en su evolución (por eso Víctor se llevó a Paisa, meta del filial, a Córdoba), estará bajo palos. También regresa Guitián, baja de última hora ante el Alcorcón por unas anginas y al que tanto se le echó de menos ese día. Delmás, que cumplió sanción entonces y con Benito de nuevo lesionado, volverá al lateral derecho.

Habrá más cambios, porque Javi Ros es el que más opciones tiene de sustituir a James para situarse junto a Eguaras en el doble pivote, mientras que en la zona de ataque Pep Biel y Pombo parecen fijos y Álvaro Vázquez, a pesar de estar atascado en su producción goleadora, lo es arriba. Así, entre Soro, que ha perdido protagonismo, sobre todo en los partidos a domicilio, y Guti, al que Víctor asegura que aún no ve para 90 minutos, se jugarían una plaza. Dado que el Córdoba es un rival con más pegada y fútbol que defensa, sobre todo en su línea de mediapuntas (Javi Lara, Carbonell, De las Cuevas, Andrés o Alfaro), parece Guti más candidato a jugar de inicio.

El equipo cordobés ya está resignado a la caída final a la Segunda B y pretende dignificar el cierre de la Liga y evitar el peor curso de su historia en una categoría profesional. Cuenta, además, con bajas importantes, como Piovaccari, su jugador más peligroso arriba y el que más en forma está en esa plantilla, Miguel Flaño y el exzaragocista Jaime Romero, mientras que en la zaga del rival aguardarán otros dos jugadores con pasado en La Romareda, José Fernández y Chus Herrero.

Los de Rafa Navarro, tercer entrenador blanquiverde en esta Liga, igual que en el Zaragoza, aún pegan algún coletazo de orgullo, como ante el Oviedo en el Tartiere hace una semana, cuando empataron a tres tras un mal comienzo y un 2-0 en el marcador, y han sido capaces de reaccionar para nivelar un partido hasta en siete ocasiones, pero sus circunstancias hablan de un enemigo entregado, también en la parte de su afición, donde estos días en la ciudad andaluza no se respira ya ambiente de milagro por la salvación. Nadie, ni los seguidores, ni el club, ni los jugadores, cree en la machada, por lo que, si el Zaragoza hace las cosas como debe, ganará en El Nuevo Arcángel para que el zurrón de los de Víctor obtenga tres puntos valiosos y vitales en su pelea por no bajar y así regatear, de paso, la entrada en la UCI.