El empate contra el Tenerife fue una isla dentro de la geografía del desastre que es este equipo tan mal construido y gestionado. El Real Zaragoza acudió a esta cita con un ultimátum cumplido sobre la cabeza de su entrenador, sin delanteros, sin centro del campo y con Verdasca en el once por decreto ministerial. Sin nada que le presentara como favorito, por lo que la frustración, en este caso, se asocia a lo cerca que tuvo una victoria inmerecida y cómo la dejó escapar en la última jugada del encuentro. No existen la crueldad ni el infortunio, sino las consecuencias de las acciones: Álex Muñoz, el mejor sobre el campo, cometió una falta en terreno propio en la jugada final, y ya con tres centrales, la defensa dejó rematar solo a Bryan Acosta. Se venía de cobrar un regalo de Dani Hernández que Ros transformó en gol desde el punto de penalti y con el tiempo casi consumido. Imperdonable pero absolutamente previsible en un guión abierto a cualquier tipo de desenlace. El esperado se impone por actualidad: Imanol Idiakez ya no es entrenador, convirtiéndose de esta forma en nuevo inquilino de la fosa común en que en que se ha transformado el banquillo desde que el club está en Segunda División.

Imanol Idiakez, aun siendo un entrenador de bajo relieve, en este partido tan solo pudo asistir de espectador a la tragedia, que también era la suya y de la que ha sido protagonista. Según dicta la historia en estos casos, sobre todo si la afición empieza a mirar al palco, las horas de prórroga se consumen sin misericordia. El encuentro tuvo poco que ver con los anteriores por la frágil arquitectura de la alineación, y sin embargo fue hermano de todos ellos. Se le pareció como una gota de agua en cuanto a mínimo rigor atrás, falta de físico y liderazgo en la medular y, esta vez por cuestiones obvias, flacidez atacante. En definitiva, carece el conjunto aragonés de las balas necesarias para luchar por el ascenso y si se desvía un poco más, la empresa podría consistir en salvar la categoría. A estas alturas pensar en un caos de esas dimensiones puede parecer alarmista, pero en el plato de porcelana se van reuniendo los ingredientes necesarios para activar alguna que otra alerta. ¿Idiakez ha tenido algo que ver? Por supuesto ¿Es cierto que hay plantilla suficiente para retomar las líneas maestras de un plan optimista? A seguir con ese cuento vendrá el próximo técnico este lunes. Un nuevo amanecer será presentado en la noche de los tiempos.

Idiakez cometió muchos errores, algunos tan tangibles como prescindir de Álex Muñoz, jugar con tres puntas o situar a Igbekeme en una posición de medio delantero. Ahora bien, no tantos como para crucificarlo como responsable exclusivo de esta situación, que es lo que se pretende para desenfocar ciertas realidades. La teoría que se sostiene sobre que esta temporada hay mejor armazón que la anterior no merece ni la cuarentena. No es cierta. La base es similar con la sustancial diferencia de que no está Borja Iglesias, es decir el 50% (o más) del éxito que resultó alcanzar el playoff partiendo de las catacumbas. La otra mitad, Cristian Álvarez, permanece. Además los canteranos, que tuvieron una influencia capital o al menos importante, están rindiendo muy por debajo del curso pasado casos de Lasure, Zapater y Pombo.

Si a a ese pastel añades la guinda de que de los fichajes de verano de Lalo Arantegui (técnico incluido) tan sólo está dando la talla James Igbekeme (y Álex Muñoz cuando le dejan), sobran más preguntas señoría. Álvaro es un 9 para confiar pero nunca fue un reputado goleador y Gual no termina de definirse; Aguirre despierta dudas más que razonables y Jeison Medina... Y regresando a la base, Benito no levanta el vuelo y vive de la leyenda de notables y muy aisladas actuaciones; Grippo es un central limitado; Verdasca, a quien se le tiene en alta estima en el club, aumenta a cada minuto su condición de desastre natural; a Perone le sobran tantos centímetros para la cobertura aérea como lentitud terrenal; Buff es un bonito adorno de árbol navideño y Papunashvili, la eterna promesa incumplida y egoísta. En los daños colaterales, Guti, Clemente, Toquero y un Eguaras cuya pubalgia o está sin curar o lo parece. Un día se le goleó 0-4 al Real Oviedo. Mientras, sólo se ha ganado con apuros al Rayo Majadahonda.

De las pocas verdades que se escuchan sobre este proyecto a dos años y un día es la de las limitaciones presupuestarias. Habría que haber empezado por ahí, por sincerarse con la realidad y construir sin las dilatadas urgencias históricas que se han llevado por delante a nueve entrenadores (un par de ellos cumplieron sus contratos) y no pocos con estupendos montajes a sus espaldas para justificar la destitución. En el Zaragoza no sólo cojea el banquillo. De la mesa principal del salón, las patas tampoco son de roble.