Todo marcha bien por La Coruña. El Deportivo camina con paso firme y seguro por la parte alta de la tabla consciente de que es uno de los claros candidatos a volver a Primera División. Reina el optimismo en Riazor y abundan ya las voces que pregonan a los cuatro vientos que al Deportivo le sobrarán varias semanas y que subirá antes de las apreturas finales, a pesar de que, por ahora, no ha conseguido poner tierra de por medio respecto a sus rivales directos.

El Dépor gusta y Natxo González también. El técnico vasco ha caído de pie en Riazor, que valora su capacidad para haber construido un edificio sólido y seguro. No era tarea fácil después de un descenso que puso patas arriba la ciudad y la entidad. Pero Natxo y el director deportivo, Carmelo del Pozo, han instalado la tranquilidad en el vestuario. El Dépor gana, transmite fiabilidad y confianza y eso, a estas alturas y con lo que queda por delante, es oro puro.

El optimismo es tal que todo apunta a acabar fantásticamente, aquel adverbio utilizado por Natxo cuando peor estaban las cosas con el Zaragoza y nadie daba un céntimo por el equipo. El técnico prometió entonces que todo iría bien y que el proyecto, a dos años, llegaría a buen puerto. Él decidió marcharse tras caer en los playoff ante el Numancia.

CON MATICES

En La Coruña, Natxo es considerado un buen entrenador, pero, eso sí, con ciertos matices. Su sistema fetiche, el rombo, funciona, pero comienza a haber dudas de la capacidad del preparador vasco para leer adecuadamente los partidos, algo que también se le achacó en su etapa zaragocista. Sirva como ejemplo lo sucedido hace justo una semana cuando el equipo se dejó empatar en casa por el Numancia (2-2) desperdiciando una ventaja de dos goles. «Lo veía venir. Sabía que podía pasar», vino a decir Natxo tras el encuentro. «Y si lo sabía, ¿por qué no puso remedio?», se han preguntado esta semana algunos medios.

También en La Coruña comienza a cuestionarse la capacidad del preparador vasco para cerrar los partidos. Se le achaca -también pasaba en Zaragoza- la falta de un plan B y su querencia por echar al equipo atrás cuando toma ventaja en el marcador, lo que, se considera, no hace sino poner en peligro el resultado a proteger.

El caso es que Natxo ha logrado en poco tiempo lo más difícil: transmitir confianza en una plaza complicada. Porque al Deportivo solo le vale el retorno a la categoría perdida. El entrenador lo sabe y va por el buen camino. Su equipo sabe a lo que juega y eso hace tiempo que no pasaba en Riazor. La sensación generalizada es que es un buen técnico al mando de una gran plantilla.

En el plano personal, Natxo también gusta. De él se destaca su afabilidad y su cercanía. Cuentan en tierras gallegas que Natxo es una persona normal que parece tenerlo todo pensado. Y controlado.

Hoy, Natxo se reencontrará con el Zaragoza, donde dejó amigos, pero también decepción por una marcha tan inesperada como hiriente. «Es un equipo con gran corazón y eso le ayudará a dejar las posiciones de descenso. Tengo muy claro que va a salir de esa situación, pero a ver si espera una semanita más», dijo ayer.