Unas 800 familias españolas emprenden cada año un viaje muy peculiar al extranjero en busca de descendencia. No se trata de los que optan por intentar una adopción internacional, sino de los que contratan lo que se conoce como vientre de alquiler, una expresión que ha perdido predicación en favor de otra más neutra, menos explícita, que quiere decir lo mismo: la maternidad subrogada. Según datos del sector, informa Efe, una pareja que opte por este sistema afronta un gasto de entre 50.000 y 200.000 euros.

La cobertura legal de esta práctica es limitada. La lista de países a los que se puede acudir no es muy larga: Ucrania, Rusia, Georgia, Kazajistán y EEUU, hasta hace poco el destino principal. También es legal en el Reino Unido, Grecia y Chipre, pero solo para residentes y sin remuneración económica para la madre.

Hasta hace cuatro años, el 80% de los solicitantes viajaban a tierras estadounidenses. Ahora ese porcentaje ha bajado al 15% y el destino mayoritario es Ucrania, que cuenta con un sistema bregado para ofrecer la posibilidad de maternidades subrogadas de forma constante, con clínicas especializadas para ello. México gana enteros como competencia, porque, a diferencia de Ucrania, sí permite a hombres solteros y homosexuales recurrir a esta vía para procrear.

El sistema no tiene secreto: la pareja que contrata a la mujer que tendrá el hijo se va a uno de los citados países. De la pareja que acabará quedándose con el bebé, el hombre aporta su esperma y los óvulos pueden ser de su pareja o de otra donante, pero no de la mujer que dará a luz al infante, lo que facilita la desvinculación legal entre esta y el bebé. Lo habitual es que una vez ha nacido la criatura, sea inscrita por la madre de alquiler en el consulado español.

En España, la maternidad subrogada no es legal y un cambio reciente ha condicionado el acceso a la paternidad reconocida por parte de quienes contratan la maternidad subrogada. Hasta febrero pasado, España aceptaba las sentencias judiciales de países que permiten el sistema. España admitía como padres legales a quienes habían contratado el vientre de alquiler. Ahora, solo el padre puede inscribirse como tal, en tanto que la madre debe adoptarlo tras la renuncia de la madre de alquiler.

Algunos países vetan la adopción por parte de homosexuales o solteros. Rusia está entre los suspicaces con los gais.