El juicio contra la granadina Juana Rivas por la supuesta sustracción de menores al haber desaparecido durante un mes sin entregar a sus hijos a su padre se celebrará finalmente el próximo 18 de julio. El Juzgado de lo Penal número 1 de Granada decidió ayer aplazar la vista después de que el letrado de Rivas presentara su renuncia al entender que no era el abogado que había preparado el caso y que debía ser el titular del bufete, enfermo, quien la defendiera en un proceso con garantías. Aunque el juez no se lo aceptó, el letrado Juan de Dios Ramírez se marchó de la sala, lo que provocó que se le deduzca testimonio ante el juzgado de guardia por desacato y dejar desamparada a su cliente.

La vista judicial ha enmarañado aún más la larga ristra de causas que Rivas tiene pendientes. Solo por este caso ya se enfrenta a una petición de pena de cinco años de cárcel y seis años de inhabilitación para la patria potestad. De hecho, la acusación que ejerce su exmarido, Francesco Arcuri, entiende que el intento de aplazamiento y el plantón de su letrado responden a una estrategia para dilatar los plazos a la espera de que se resuelva el litigio por la custodia de los menores que se dirime en Italia, donde viven con su padre. Consideran que cualquier sentencia contraria a los intereses de Juana, que ven muy posible dado que en el propio auto de apertura de juicio se califica la huida de Rivas de muy grave, les beneficiaría de forma casi automática en la pelea por los menores al perder ella la tutela.

El conflicto se produce porque el letrado titular que ha llevado la defensa de Rivas en el proceso por la sustracción de los menores, José Estanislao López, está enfermo desde inicio de año. Sin embargo, no ha sido hasta las últimas semanas cuando han expuesto esta situación. Tanto la fiscala como el juez recordaron que el letrado que la acompañó ayer, Juan de Dios Ramírez, ha firmado el escrito de defensa de Rivas.

«Es la primera vez en 30 años de carrera que veo esto», clamó el magistrado Manuel Piñar sobre lo ocurrido. Mientras, por el sistema de videoconferencia, se podía escuchar el pasmo del tribunal italiano ante el que comparecía Francesco Arcuri, citado a declarar como testigo. «Che cosa sta succedendo?», preguntaban desconcertados.