Al menos 19 personas murieron y decenas más resultaron heridas, la mayoría adolescentes, durante un ataque con explosivos y arma de fuego contra el Instituto Politécnico de Kerch, en la península de Crimea, realizado por Vladislav Roslyakov, un estudiante ruso de 18 años de la misma institución, quien se suicidó. Según testigos, el sospechoso odiaba a sus profesores y estaba obsesionado con los asesinos en serie. El incidente fue considerado en un principio como un atentado «terrorista» , aunque tras las primeras indagaciones la investigación criminal se modificó a «asesinato de dos o más personas».

Roslyakov irrumpió en el instituto armado con un fusil a mediodía. La matanza empezó con una explosión, seguida de otras, y preludio del tiroteo final, según se deduce de los testimonios disponibles. «Miré fuera del aula, vi que una persona se paseaba con un arma y disparaba a todo el mundo y me encerré con la esperanza de que no me hubiera oído. Al cabo de 10 minutos llegó la policía», relató a Komsomólskaya Pravda el estudiante Semen Gavrilov.

«A cinco metros de nosotros sucedió una explosión que nos taponó los oídos; los profesores empezaron a correr y a decir que se trataba de un incendio, hubo unas cinco explosiones más, a una chica la explosión le había arrancado las dos piernas... Cuando huíamos, vi a otra chica inconsciente cubierta de sangre», relató Albina, también alumna, a la emisora Govorit Moskvá.

Roslyakov había ingresado en el Instituto Politécnico de Kerch (KPK, por sus siglas en ruso) en el 2015, y cursaba cuarto curso. Según informaron fuentes anónimas al portal Meduza, «realmente odiaba a la escuela técnica por sus profesores perversos» y quería «vengarse de ellos».

Otros medios aseguran que le interesaban los «asesinos en serie». Durante unas horas, planeó la posibilidad de que fuera un atentado con móviles políticos, lo que habría azuzado la tensión entre Rusia y Ucrania, ya elevada tras el reconocimiento de la iglesia nacional ucraniana por las máximas autoridades eclesiásticas ortodoxas.

PUERTA A CRIMEA

El instituto afectado está situado en Kerch, una ciudad de unos 150.000 habitantes en el extremo oriental de la península de Crimea, anexionada por el Kremlin en el 2014. Desde mayo pasado, fecha de la apertura del puente de 19 kilómetros que supera el estrecho homónimo y une Crimea con la región rusa de Krasnodar, Kerch es la principal puerta de entrada desde Rusia al territorio.

La península vive en una permanente psicosis de atentados tras la anexión, en muchos casos inducida por las propias autoridades, tal y como pudo comprobar el pasado año este corresponsal cuando viajó a Crimea. Por la megafonía de ciudades como Yalta se avisa a la ciudadanía de que esté alerta ante la eventualidad de «atentados terroristas» y se la conmina a informar de cualquier «acto sospechoso». La comunidad internacional no reconoce la soberanía rusa sobre Crimea.