El Ebro se ha convertido en un campo de minas medioambiental con la explosión mediática de un problema muy grande: la existencia en el pantano de Flix de cinco grandes lóbulos de residuos, una masa equivalente a la carga tóxica de unos 1.800 camiones. El contenido de estos residuos es de todo tipo, a cual más peligroso: metales pesados, compuestos organoclorados y radiactivos. Un argumento bastante extendido estos días sostiene que conviene contextualizar los vertidos de manera histórica, porque cuando se produjo el grueso de los mismos no existía la sensibilidad ambiental actual. Este es un argumento del todo refutable. Ni con la formulación productivista más asocial se puede justificar que en los años 70 se produjeran vertidos de naturaleza tan peligrosa, fruto de unas formas de producción técnicamente injustificables y socialmente insolidarias.

El problema supone riesgos para la salud y de gasto público. Y parece que el campo de minas del Ebro es más grande: se destapan ahora dos graves problemas en Monzón y la central nuclear de Garoña... Es la segunda batalla del Ebro.

*Investigador del Institut de Ci¨nciai Tecnología Ambiental de la Universidad Autónoma de Barcelona.