Los resultados avalan la búsqueda de nuevas modalidades de defensa poscoital y una posibilidad es combinar el raltegravir, que en EEUU está aprobado para uso oral desde el 2007, con el tenofivir, empleado desde el 2001. También aclaran que para los experimentos con macacos siguieron estrictamente la guía ética para el uso de animales de laboratorio.