El cuerpo de la chica de 14 años fue hallado sin vida por sus vecinos el domingo sobre las diez de la noche, tumbado en el suelo de su habitación. Llevaba varias horas muerta en un piso vacío. Era hija de una madre soltera de origen ruso, Olga. A menudo, ella y su hermano, de 17 años, se quedaban solos durante varios días en su domicilio de la calle de Burriac, en el barrio de Cerdanyola de Mataró, donde se instalaron hace poco más de un año. El fin de semana pasado su madre había tenido que ausentarse de nuevo. Lo más desconcertante del caso, que los Mossos d’Esquadra investigan como un crimen sin descartar todavía que se trate de un suicidio, es que su hermano tampoco estaba en casa. Los investigadores de la policía catalana seguían tratando de localizarlo al cierre de esta edición.

Madre e hijos se mudaron a este vecindario hace poco más de un año. En la primera reunión de vecinos en la que participó, Olga se presentó como psicóloga. No dio más detalles a una comunidad que durante los últimos meses la ha ido viendo con cuentagotas. «Se iba a menudo y los dos hermanos, al quedarse solos, a veces armaban jaleo en casa», recuerdan.

El viernes, según explican, madre e hijo se enredaron en una discusión. Después, ella se marchó. El sábado, de madrugada, cuando los dos hermanos ya estaban solos, una vecina escuchó golpes en casa de Olga. El domingo por la noche, la madre, que se encuentra fuera del país, envió a dos amigos, residentes en Calella y de origen ruso como ella, para que comprobaran si sus hijos estaban bien: llevaba unas 30 horas sin poder hablar con ellos y estaba preocupada.

Los dos hombres tocaron el timbre y golpearon la puerta pero nadie respondió. Inquietos, acabaron por llamar la atención de algunos vecinos, que salieron a la escalera para ver qué sucedía. Los amigos de Olga explicaron en castellano que tenían que entrar y que iban a llamar a un cerrajero para abrir la puerta. Los vecinos se lo impidieron arguyendo que no podían permitirlo porque no tenían prueba alguna de que eran quienes decían ser. También podían ser okupas, se justifican ahora.

Al final, el inquilino del cuarto primera accedió a abrir su casa para permitir que el más joven de ellos saltara por el balcón a casa de Olga. A los pocos segundos, abrió la puerta principal. «Se le veía conmocionado y avanzó que la niña estaba dentro, en su habitación, inconsciente». Los vecinos entraron y lo que vieron fue el cadáver de la chica tumbado junto a la cama de su dormitorio.

SANGRE EN LAS PAREDES

El cuerpo de la menor estaba manchado de sangre. Como lo estaban también las paredes y las sábanas de su cama. No era una imagen fácil de digerir. El cuarto, además, estaba desordenado, parecía revuelto. Los vecinos, que ya sabían que Olga se encontraba fuera, se preguntaron dónde estaba el hermano. Llamaron a los Mossos.

Agentes del Área de Investigación Criminal de la Región Policial Metropolitana Norte se han hecho cargo de un caso bajo secreto de sumario por orden del juzgado de instrucción 3 de Mataró. Los policías buscan al hermano, que casi 24 horas después del hallazgo del cuerpo de la niña, sigue desaparecido.

Fuentes policiales subrayan que hasta que se conozcan los resultados de la autopsia que se practicará al cadáver de la menor no resultará posible descartar ninguna hipótesis, ni siquiera que se trate de un suicidio, un extremo que, si bien en un primer momento fue muy considerado, con el paso de las horas va perdiendo sentido.