Desde el miércoles, y durante unas horas, una pequeña puerta a la esperanza se abrió para Pablo Ibar, el hispanoestadounidense que el sábado volvió a ser condenado en Florida como culpable de un triple asesinato del que él siempre se ha declarado inocente pero por el que ya pasó 16 de sus 25 años en prisión en el corredor de la muerte. También, rápidamente, esa puerta se cerró ayer.

Dennis Bailey, el juez que preside el proceso en uno de los tribunales del condado de Broward, en Fort Lauderdale, ha desestimado la petición de la defensa de interrogar a un jurado que el martes, tres días después de dictar el veredicto de culpable, quiso retractarse. Aunque el magistrado sí ha permitido interrogar a otro jurado, un suplente apellidado Black, que según la defensa tuvo información que no debía sobre antecedentes del caso, lo que podía poner en cuestión según ellos la integridad del proceso del jurado, esa persona no ha confirmado ese extremo al magistrado.

La información disponible al cierre de esta edición aún era escasa pero los dos acontecimientos apuntan a que, por ahora, nada ha mejorado sustancialmente para Ibar. La primera vista para dictar su sentencia se mantiene fijada para el 25 de febrero. En ella el mismo jurado de ocho mujeres y cuatro hombres que lo declaró culpable debe decidir si dicta cadena perpetua o lo envía de nuevo al corredor de la muerte, donde estuvo desde el año 2000 hasta el 2016, cuando el Tribunal Supremo de Florida le dio la oportunidad de este nuevo juicio. En cualquiera de los supuestos de sentencia la defensa ya habían anunciado que recurrirá. Si se hubiera probado que el jurado suplente tenía información que no debía sobre el caso habría ayudado a sustanciar una de las ideas centrales que van a usar en su recurso: que ha habido también errores en este proceso.