La madre de la menor secuestrada y asesinada presuntamente por su novio en Murcia acusó ayer a la madre del agresor de no hacer nada para impedir la muerte de su hija y, por ello, su familia dijo que se vengará. A su juicio, la madre del chico no abrió la boca pese a saber el calvario que pasaba la chiquilla, que fue brutalmente torturada durante tres días por su novio después de que éste se enterara de que ella había tenido relaciones sexuales con otros chicos. El agresor, Ramón M. M., de 18 años, continuaba ayer detenido a la espera de pasar a disposición judicial.

La víctima, Ana María Moreno --de 15 años y de etnia gitana, al igual que su novio-- fue enterrada ayer. La ceremonia fue muy tensa, ya que la familia de la menor juró vengarse. "Ella --dijo la madre de la fallecida en referencia a la madre del agresor-- también tiene la culpa. No me voy a quedar con los brazos cruzados hasta que la encierren junto a su hijo". La madre de la menor, Marcela Moreno, anunció que denunciará a la madre del agresor.

UN MES DE RELACION El resto de familiares estaban también muy indignados por lo ocurrido. Un hermano de la menor dejó bastante claro que habrá venganza: "El --en referencia al agresor-- y su madre se tienen que pasar 20 años en la cárcel. Si no, es mejor que les dejen en libertad, para poder hacer con ellos lo mismo que le hicieron a mi hermana".

De momento, los padres del agresor y sus otros seis hijos han abandonado la casa en la que vivían, en una humilde barriada de Murcia. Los vecinos desconocen su paradero.

La familia de Ana María no aprobaba la relación de ésta con Ramón M. M. Ambos jóvenes comenzaron a salir juntos hace un mes, a pesar de la censura familiar. La semana pasada, Ramón acudió al bar donde trabajaba Ana María y se la llevó. Quería vivir con ella. Entonces, la madre de Ana María acudió a la familia de Ramón y le dijo que pondría una denuncia si éste no la devolvía a casa. Sin embargo, su hija se puso en contacto con ella y le dijo: "Quiero estar con él".

Ambos jóvenes se fueron a vivir juntos. A falta de un hogar, durmieron en pensiones y jardines hasta mudarse a una paupérrima casa abandonada de la familia de él.