Ramon Grau, barcelonés de 73 años, ha vuelto a jugar a la petanca, "tres horas cada tarde", y camina de nuevo por las mañanas, dos actividades que había abandonado hace 12 años, cuando el corazón inició una bradicardia que le provocaba pulsaciones alocadas e imprevisibles, casi siempre excesivamente lentas. El pasado 23 de febrero le implantaron en el Hospital Clínico el marcapasos más innovador creado hasta ahora, el más diminuto --es un cilindro de 2,4 centímetros de largo por 6,5 milímetros de diámetro--, capaz de actuar al mismo tiempo como batería energética, estimulador eléctrico cuando el corazón se altera e informador de la evolución del órgano enfermo. Ramon Grau es uno de los cuatro pacientes del Clínico, y de España, que lleva este marcapasos.

A diferencia de anteriores suplentes cardiacos, el marcapasos que ayer presentó Josep Brugada, director médico del Clínico, es inalámbrico. No actúa a distancia, insertado bajo la piel del pectoral izquierdo, unido a unos cables que llegan al corazón. La colocación del nuevo minimarcapasos no exige abrir el tejido con el bisturí. Es insertado a través de un catéter que se adentra por la vena femoral, en la pelvis, que, una vez entra en el corazón, se abre, deposita el cilindro y vuelve a salir del cuerpo. El pequeño marcapasos, de la firma Medtronic, se agarra a las paredes del ventrículo con cuatro diminutos anzuelos, y allí permanecerá hasta dentro de 10 años, cuando será preciso sustituirlo. Su programación --ante qué latido anormal ha de activarse-- se realiza desde el exterior, por radiofrecuencia. Se coloca en apenas media hora y es posible instalarlo de forma urgente, sin esperar a que esté disponible un quirófano. El riesgo es que los garfios que lo sujetan al ventrículo se desprendan y el marcapasos llegue al pulmón, causando allí un problema. En ese caso, sí habría que operar.

El Clínico es uno de los 10 hospitales que han sido autorizados en el mundo para experimentar el diminuto marcapasos que será colocado, en total, a 60 pacientes. Si el resultado es satisfactorio, se experimentará en 300 enfermos. Dentro de dos años podría estar comercializado. "Las ventajas de este marcapasos son múltiples --afirmó Lluís Mont, responsable de la unidad de arritmias del Clínico--. No hay herida, no se puede romper el cable y se reduce el riesgo de infecciones". "El marcapasos del futuro será diez veces más pequeño que el que presentamos hoy, y podremos colocar tres en un mismo corazón, interconectados a través de una red wifi", explicó Josep Brugada.