Hace cuatro décadas, una isla volcánica emergió unos mil kilómetros al sur del Japón, en aguas del Pacífico, y fue creciendo con el paso de los años hasta que la actividad cesó. La isla, bautizada como Nishino-shima, tenía en el 2013 una extensión de 29 hectáreas y una altura máxima de 25 metros.

De repente, fruto de la misma actividad volcánica submarina, el pasado 20 de noviembre empezó a emerger una nueva isla a unos 500 metros de Nishino-shima. La nueva isla, al principio un simple islote, creció como su antecesora, pero lo hizo con tal intensidad y rapidez que primero se unió a Nishino-shima (enero) y finalmente la acabó absorbiendo (marzo).

Actualmente vuelve a haber una sola isla, aunque de un tamaño muy superior, con dos cráteres de unos 60 metros de alto. Los colores más oscuros que se aprecian en las fotografías corresponden a las erupciones volcánicas más recientes, mientras que los claros son de las erupciones de hace décadas.

El proceso ha sido profusamente registrado por el Servicio de Guardacostas de Japón y por el satélite Landsat 8 de la NASA.