Julen Perelló, el niño de 2 años que cayó en un pozo de Totalán (Málaga) el pasado mes de enero, murió a causa de los golpes recibidos durante el descenso contra los salientes de las paredes. El informe definitivo de la autopsia despeja cualquier tipo de duda y confirma que el fallecimiento se debió a un traumatismo craneoencefálico y raquimedular, y que la muerte se produjo unos minutos después de su desaparición en el agujero. Hasta el momento, solo el dueño de la finca en la que se hallaba el pozo, David Serrano, está imputado, en concreto por un delito de homicidio imprudente. Su defensa la que sembró la duda sobre lo ocurrido al presentar en el juzgado un informe de parte, elaborado por un arquitecto, en el que se apuntaban como causa de la muerte los golpes en la cabeza causados por la piqueta de rescate.

Sin embargo, el informe del Instituto de Medicina Legal, firmado por cuatro forenses, certifica que la muerte del niño se produjo en torno a las 13.50 horas, escasos minutos después de caer por el angosto pozo de 22 centímetros de diámetro. El fallecimiento fue, por tanto, inmediato, por lo que en nada influyeron las tareas de rescate, que comenzaron al menos tres horas y 40 minutos después.

Los forenses detallan que el cráneo del menor presentaba dos fracturas, una en la zona occipital y otra en la región temporal izquierda, pero no había lesiones en la parte superior de la cabeza, lo que, unido al ángulo en que fue encontrado el cuerpo, les lleva a concluir que los golpes no se produjeron por objetos ajenos al pozo. Estos fueron causados por los salientes del agujero.