Como el estudiante que tras un curso de codos enfila el camino del examen oral, Letizia Ortiz se conjuró ayer por la tarde contra los titubeos y se dispuso a pasar el tercer grado ante la realeza europea. La cumbre, en la que hubo más príncipes que reyes, se celebró en el Teatro Real de Copenhague, donde el heredero de la corona danesa, Federico, y su prometida, la abogada australiana Mary Donaldson, asistieron a un concierto de música clásica, rock y hip hop, el último acto de la semana grande de festejos previa a su boda que se celebrará hoy en la capital danesa (TVE-1, 16.00 horas).

Y fue precisamente en un teatro donde Letizia, con Felipe de cicerone-apuntador, tuvo su noche de debut ante el libro Gotha , la guía del quién es quién de las monarquías. Allí, la futura princesa de Asturias se estrenó en el género de gala sin tiara y con un conjunto de aire antiguo compuesto por una falda de satén roja y chaqueta tipo corpiño que enseñó con hombros y escote.

A una semana de su boda, Letizia desplegó lo aprendido en el curso de protocolo que ha recibido en la Zarzuela. Al fin y al cabo, entre el célebre "déjame terminar" de la petición de mano y la velada en el Teatro Real danés, la futura reina apenas ha tenido seis meses para coger soltura en el oficio de princesa, entre cuyas asignaturas está el inglés diplomático que ayer ya debió de practicar en el autobús que compartió, entre otros, con los príncipes Felipe y Matilde de Bélgica; Haakon y Mette-Marit de Noruega; Eduardo de Inglaterra y Sophie Rhys-Jones, y la infanta Cristina e Iñaki Urdangarín. Fueron baja la reina Sofía y la infanta Elena, que hoy sí asistirán a la boda, y las familias reales de Holanda y Suecia.

LA ALFOMBRA ROJA El destino, cabalístico y caprichoso, quiso que la novata Letizia debutara en Dinamarca, el reino más antiguo. Sobre la misma alfombra roja que la llevó del autobús al Teatro Real pasearon galas y joyas Carolina de Mónaco --con tiara de los Hannóver y un escotazo digno de la gala de los Oscar--, Sonia de Noruega y su hija, Marta Luisa, del brazo del disipado Ari Behn; Constantino de Grecia y su mujer, Ana María, hermana de la reina Margarita; Farah Diba, y Carlos y Camilla (atención: no de Inglaterra, sino de Calabria). Los últimos en hacer el paseíllo fueron los anfitriones: la soberana, el príncipe Federico y su prometida, Mary Donaldson, quien apareció cuajada con las joyas de la corona que ya lució el martes.

Para darles la bienvenida como a estrellas de rock, daneses venidos de todo el país se agolparon horas antes frente a las puertas del teatro, que para la ocasión se engalanó con dos corazones de rosas de tamaño XXL. En la mano, la mayoría llevaba una guía con los escenarios de la boda y que, dada la actividad de los novios, lleva a cientos de súbditos por la ciudad de arriba abajo.