Luces, muchas luces. En el espectáculo de luz y de color para la boda real, el Ayuntamiento de Madrid ha decidido tirar la casa por la ventana y se ha gastado 2,6 millones de euros (432,6 millones de las antiguas pesetas). El consistorio que preside Alberto Ruiz-Gallardón guardaba en secreto este proyecto de iluminación especial de algunos edificios y monumentos singulares del centro de la ciudad madrileña: el Palacio de Comunicaciones, la fuente de Neptuno, el Museo del Prado, la Cibeles y la Puerta de Alcalá.

Ruiz-Gallardón, que anteanoche apretó el botón y evaluó el aspecto mágico del centro de la ciudad, deseaba que el alarde luminotécnico fuese una sorpresa, y aseguran algunos concejales consultados que por eso apeló a la contratación directa, sin concurso y por razones de urgencia. Izquierda Unida (IU) ha sido el único grupo que ha considerado excesivo el gasto. Su portavoz, Inés Sabanés, comprende el deseo de sorprender del alcalde y no duda de la legalidad del trámite de adjudicación, pero ha reclamado "transparencia, rigor y austeridad".

COMPARACION CON OTRAS BODAS Izquierda Unida, que por algo representa a los votantes de las barriadas más desfavorecidas de la ciudad y sabe que el dinero de los pobres y el de los ricos tiene distinto valor, anuncia una fiscalización estricta de los gastos municipales con motivo del enlace y piensa realizar "una evaluación comparativa" con los eventos de la misma naturaleza celebrados en Sevilla y en Barcelona con ocasión del enlace de las infantas Elena y Cristina, respectivamente.

Sobre la iluminación especial para deleitar a la realeza y a las personalidades de todo el mundo invitadas al evento, los ciudadanos consultados tenían opiniones positivas y la consideraban parte de la fiesta, pero advirtieron del peligro que suponen los manojos de cables pendiendo sobre las aceras.