Están como nuevas. Parecen recién sacadas del paquete. Nadie diría que esas piezas de Lego llevan 17 años vagando sin rumbo por el océano y que acaban de salir a la superficie, arrastradas hasta la orilla por las olas, la mayoría de ellas en las playas de Cornualles, en el sur de Inglaterra. Todas proceden del cargamento de 4.756.940 piezas de Lego que viajaban en uno de los 62 contenedores que el mercante Tokio Express transportaba hacia el puerto de Connecticut (EEUU) cuando el 13 de febrero de 1997, a 20 millas de Land's End, en el extremo sudoeste de Inglaterra, fue golpeado por una ola enorme. El barco, impulsado por la fuerza del impacto, se inclinó 60 grados hacia un lado, para luego balancearse, lo que hizo que 62 de los contenedores que transportaba cayeran al océano.

A los pocos meses algunas piezas empezaron a emerger en la costa del sur de Inglaterra. Localizada por este diario, Tracey Williams, una escritora que ha creado la página de Facebook Lego Lost at Sea (Lego Perdido en el Mar) encontró unas piezas en 1998. Sin embargo, durante años se olvidó del tema hasta que en el 2010 durante unas vacaciones en Cornualles, al pasear por la playa, de pronto se reencontró con aquellos juguetes. "Me pareció increíble que, en el 2010, 13 años después de que cayera al mar el contenedor sigan apareciendo esas piezas", comenta Williams.

Como si fuera un regalo para sus hijos, la marea no dejó de arrastrar cada día alguna pieza. "Para mí y mis hijos era como un juego. Competíamos a ver quién encontraba la pieza más chula; ahora lo máximo es encontrar el dragón verde", explica y asegura que, desde entonces hasta ahora, ha recogido casi 600 piezas: pulpos, dragones, ruedas, cactus, espadas, arpones, chalecos salvavidas, aletas de bucear... Decidió entonces montar una comunidad en Facebook, que ya tiene 33.500 miembros. "Cualquier persona que encuentra un lego en la playa contacta conmigo. Luego yo intento determinar si forma parte de ese cargamento hundido. Sabemos que se han encontrado piezas en Irlanda, en Gales, en otras playas inglesas y al menos una de ellas ha aparecido en las costas de Australia", comenta.

De repente, su voz al teléfono se vuelve grave: "En realidad, esto es un tema muy serio. Aquí hay un mensaje. Estamos hablando del medioambiente. Son piezas de plástico que no se biodegradan, que 17 años después de caer al mar están como nuevas. ¿Cuántas cosas han caído a nuestros océanos y están ahí, alterando el ecosistema marino?". Un impacto nada despreciable teniendo en cuenta que una media de 2.683 contenedores caen cada año a los distintos mares y océanos del planeta desde los cargueros.

De hecho, Williams ha sido contactada por científicos que investigan el plástico. ñLes interesa mucho analizar esas piezas que han estado tanto tiempo en el mar, para ver la evolución del material". Otros científicos contactan con ella para, a partir del lugar en que han aparecido esas piezas, intentar determinar las corrientes marítimas.