Cuatro días después de que el Supremo francés diera luz verde a la desconexión de Vincent Lambert, el doctor que atiende a este tetrapléjico en estado vegetativo, anunció que se le ha retirado el tratamiento. Lambert dejará de ser alimentado e hidratado artificialmente y será sedado profunda y continuamente para que no sufra dolor. Lambert sufrió un grave accidente de tráfico en el 2008 que le dejó en estado vegetativo. Su esposa lleva años reclamando que se ponga fin a lo que considera un «ensañamiento terapéutico». Pero sus padres, fervientes católicos, se niegan porque para ellos es una eutanasia encubierta. El paciente no reflejó su voluntad por escrito y todo se libra desde el 2013 en los tribunales.

Aunque los padres han sido sistemáticamente desautorizados por todas las instancias judiciales, desde el Consejo de Estado francés hasta el Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH), siempre han encontrado algún resquicio legal para posponer o detener el proceso.

El último se lo proporcionó el tribunal de Apelación de París, al seguir la recomendación del comité de Naciones Unidas de derechos de los discapacitados que pidió no desconectar a Lambert mientras examinaba el fondo del asunto. Esa decisión judicial obligó al hospital de Reims en el que el paciente está ingresado a volver a alimentarlo.

Pero el pasado viernes, el Supremo tumbó el fallo del tribunal de Apelación al considerar que no era competente en el caso. Los padres de Lambert amenazaron con una denuncia por homicidio voluntario contra el doctor Vincent Sánchez, jefe de la unidad de cuidados paliativos del hospital de Reims. Pero la llamada ley Léonetti, que permite a los médicos, de acuerdo con el paciente o sus familiares, detener el tratamiento cuando éste se considera desproporcionado o inútil, le ampara.