Barcelona se convirtió ayer en capital de la causa de los 17 millones de refugiados repartidos por todo el mundo. La celebración del Día Mundial del Refugiado tuvo su broche de oro anoche con la entrega, de manos de la infanta Cristina, del Premio Nansen --el Nobel humanitario -- a Svetlana Gannushkina, en representación del Centro de Derechos Humanos Memorial de Moscú. La activista hizo un llamamiento a la solidaridad con los desplazados.

La ceremonia en el Palacio de la Música supuso la primera vez en 50 años que el galardón del ACNUR, la agencia de la ONU para los refugiados, no se daba en Oslo o Ginebra. Imanol Arias, como maestro de ceremonias, detalló que ACNUR ha atendido a 50 millones de personas desde 1950. El alto comisionado de la ONU para los refugiados, Ruud Lubbers, destacó la reacción de España --"un ejemplo para el mundo"-- tras el 11-M, cuando "la dignidad prevaleció y no se permitió la xenofobia".

Lubbers alabó la labor de Memorial de Moscú, donde 150 abogados asesoran cada año a 22.000 desplazados de la extinta URSS. Gannuskina contó que la situación de los refugiados en Rusia es compleja porque el Gobierno no reconoce su situación.

Por su parte, la actriz y embajadora de buena voluntad de ACNUR Angelina Jolie, destacó que "los problemas de los refugiados se podrán solucionar si hacemos que encuentren un sitio al que llamar hogar". Por la mañana, Jolie clausuró el diálogo Conflictos: Prevención, Resolución, Reconciliación . "Mi mundo perfecto sería sin refugiados, sin guerras, sin racismo y sin persecuciones", dijo. Y colgó sus deseos en el Cielo de los Deseos de la Jaima del Fórum.