Nueva York abrió ayer una «ventana al pasado», lo que permite a las presuntas víctimas de abusos sexuales infantiles demandar a sus violadores, un hito en la defensa de los menores que pone en jaque a la Iglesia católica, que ha recibido ya cientos de denuncias, e incluso al fallecido millonario Jeffrey Epstein.

La Ley de Víctimas Infantiles del estado de Nueva York, aprobada en enero, entró en vigor hoy y permite que, hasta dentro de un año, las supuestas víctimas de abusos sexuales que en su momento no pudieron hacerlo denuncien ahora, además de ampliar los plazos de prescripción de estos delitos.

Ahora, las presuntas víctimas tienen hasta los 55 años de edad para empezar un procedimiento civil y se retrasa la edad de los 23 a los 28 años para la posibilidad de abrir un proceso criminal.

Este requisito no se aplicará durante este año de margen para que las víctimas presenten sus demandas, lo que el primer día ya ha generado un aluvión de centenares de denuncias en los tribunales neoyorquinos, aunque se esperan miles.

«Yo ya he presentado una denuncia, lo hice a medianoche (...) Es la primera oportunidad que hemos tenido para obtener justicia real. Y lo digo para mí y muchos supervivientes», explica en una entrevista Stephen Jiménez, víctima de maltrato desde que tuvo 10 años hasta los 14. Ahora tiene 66.

«Haz la cuenta. Me ha llevado 52 años para que pueda acudir a un juzgado», dice este periodista de ascendencia española.

«Mis abusos eran una relación. Yo mantuve una relación sexual con un hermano católico que empezó cuando tenía 10 años. Es alguien que me llevó a la playa, a la piscina... Estuve en casas de baño gay, en saunas, en vestuarios, en duchas... con este hombre cuando tenía 11, 12, 13 años», detalla, sobre su caso, en concreto un profesor de su colegio religioso que en aquel entonces tenía 50 años.

Un solo despacho de abogados, Jeff Anderson & Associates, ha presentado 262 demandas en todo el estado de Nueva York.

«Hoy es un nuevo día, es un día de esperanza», anunció Jeff Anderson, el abogado que da nombre a la firma, franqueado por dos de las víctimas a las que su despacho representa.