El director de la Orden Hospitalaria de San Juan de Dios (OHSJD), Jose María Viadero, ha asegurado este viernes que esta organización "asumirá los gastos y responsabilidades que tenga que asumir" respecto a las repatriaciones del religioso Miguel Pajares y de la monja Juliana Bonoha Bohé.

En rueda de prensa, ha señalado además que, hasta el momento, esta organización no ha recibido ningún requerimiento económico por parte del Ministerio de Sanidad. No obstante, ha considerado que una repatriación con las características de la del religioso, infectado de ébola en Liberia "no es una repatriación al uso".

Además, se ha mostrado contento de que Pajares y la religiosa Juliana Bonoha Bohé estén siendo "bien atendidos" y ha señalado que "por expreso deseo de los pacientes no se hará publico su estado de salud".

Cuando se cumplen 24 horas desde su llegada a Madrid, según el último parte médico, facilitado ayer, el religioso, de 75 años y natural de La Iglesuela (Toledo), se encontraba en buen estado, estable y febril, con respiración espontánea y sin hemorragias.

La hermana Juliana, que dio negativo en la prueba del ébola, presenta "muy buen estado general", aunque tiene fiebres tifoideas.

El jefe de medicina Intensiva de La Paz-Carlos III, Abelardo García, ha informado de que los dos pacientes se encuentran en la planta sexta del centro, completamente aislados, asistidos y controlados por dos médicos internistas e intensivistas -expertos en enfermedades tropicales-, cuatro enfermeras y cuatro auxiliares por turno, y el correspondiente personal de apoyo (radiólogos, biólogos, personal de laboratorio, de seguridad, etcétera).

Ha señalado que la planta donde están los dos pacientes está sometida a fuertes controles de salida y entrada y los médicos y el personal sanitario que les atienden directamente visten trajes de protección completa para "evitar contacto con cualquier fluido o secreción" de los pacientes, el riesgo más grande de contagio.

Trajes, material sanitario y en general cualquier objeto o elemento con el que se atienda al sacerdote o a la religiosa son incinerados inmediatamente después de su uso, de acuerdo con el protocolo internacional para estos casos que elimina cualquier posibilidad de contagio si se cumple adecuadamente.