El 17 de mayo redobló ayer su condición histórica en los anales de los derechos civiles en Estados Unidos. Si tal día como ése hace 50 años el Tribunal Supremo hizo añicos las barreras de la discriminación racial al poner fin a la segregación en las escuelas, ayer se dio un paso fundamental en el reconocimiento de derechos de los homosexuales. El estado de Massachusetts empezó a dar licencias de boda y a casar a cientos de parejas de gays y lesbianas, sumándose a Holanda, Bélgica y las tres provincias más pobladas de Canadá como los únicos lugares donde los homosexuales pueden contraer legalmente matrimonio.

El domingo por la noche, hasta 10.000 personas --la mayoría defensores de la igualdad, pero también curiosos y unas decenas de manifestantes opuestos a las bodas gay-- se habían congregado en el exterior del ayuntamiento de la ciudad de Cambdrige, el bastión progresista que acoge la Universidad de Harvard. Un minuto después de la medianoche, Marcia Hamms y Susan Shepherd, dos mujeres de 56 y 52 años, recibieron los primeros formularios. Se sentaron a rellenarlos bajo la mirada de su hijo. Y, después de 27 años de unión, consiguieron un sueño y la primera de las 260 licencias. El histórico paso que dieron cientos de parejas se ha labrado tras años de duras batallas judiciales y políticas. En noviembre, el Supremo estatal sentenció que los homosexuales tenían derecho constitucional a casarse. Y ayer en Cambridge, en Boston y en decenas de ciudades, la historia se escribía de dos en dos nombres; los dos del mismo sexo.