Dos meses después del espectacular incendio que devoró la cubierta y la famosa aguja de Viollet Le Duc, la catedral de Notre Dame celebró su primera misa el sábado ante un reducido grupo de 30 personas, en su mayoría sacerdotes y voluntarios que participan en la reconstrucción. Fue una ceremonia curiosa que dejó la imagen insólita de los sacerdotes con cascos de obra porque los trabajos para consolidar la estructura del templo no han terminado y había que respetar las medidas de seguridad.

El oficio religioso coincidió con la víspera de la fiesta de la dedicación -la consagración del templo- que Notre Dame solía conmemorar cada 16 de junio, y se desarrolló en la capilla de la Virgen, detrás del coro que albergaba la famosa corona de espinas que se libró de las llamas. «La catedral sigue viva porque celebramos la eucaristía», dijo el arzobispo de París, Michel Aupetit, al inicio de la misa, retransmitida en directo por un canal católico y seguida en sus móviles por los fieles apostados en las vallas que rodean el templo. «La vida no se detiene. Esta noche se produce un nuevo punto de partida», declaraba el párroco Olivier de Cagny.

Creyentes y no creyentes que paseaban junto a los turistas por las inmediaciones, destacaban la fuerza simbólica de esa primera eucaristía, celebrada entre las ruinas, bajo el impresionante boquete que la ausente aguja abrió en la cúpula y con montones de escombros en el interior.

Aunque para los tenderos de la zona sigue pesando la incertidumbre sobre el futuro de sus negocios. «Ahora hay gente. Pero este invierno no sabemos qué va a pasar. La misa de hoy no cambia las cosas», señalaba con pesar Annie, propietaria de una tienda de suvenirs de la calle del Claustro. Después del incendio, su local estuvo cerrado durante cinco semanas. Como ella, muchos de los casi treinta comercios afectados esperan que las ayudas prometidas por el Gobierno se hagan realidad.

«Muchas promesas, pero nada concreto», se quejaba Annie. El ministro de Economía, Bruno Le Maire, se ha comprometido ante la asociación de comerciantes del barrio a apoyar a los afectados y a analizar varios tipos de ayudas.

Desde el 15 de abril, trabajan entre 60 y 150 obreros en un amplio perímetro vallado que incluye la explanada de la catedral desde la que se ven las dos torres del monumento. Las obras para consolidar la estructura podrían durar aun varias semanas y la reconstrucción puede superar los cinco años que se ha fijado Macron. «No hay que confundir velocidad con precipitación», señalaba.