La demanda presentada en la Eurocámara incluye cinco relatos de casos de ocho niños que supuestamente han sufrido abusos sexuales o maltrato por parte de su padre. Las asociaciones que han impulsado la iniciativa sostienen que «son paradigmáticos, pues muestran un patrón de comportamiento de la justicia española» y permiten observar «cómo se contempla el interés» del menor, de qué forma se realizan las evaluaciones forenses y cómo se investiga.

Cristina, de 10 años, dijo ser víctima de abusos sexuales desde los 5. No quería ver a su progenitor, pero se vio «obligada», detalla la denuncia, a cumplir el régimen de visitas. Una psicóloga constató que su relato era veraz, pero un equipo forense del juzgado, en una única sesión, concluyó que su explicación no aportaba suficientes datos, introduciendo la idea de una supuesta «cristalización en la memoria de hechos abusivos». Es decir, la posible inducción materna en el relato. No se tuvo en consideración la opinión de la niña y un equipo de educadores la llegó a tildar de mentirosa.

En otro caso de presuntos malos tratos por parte de su padre a dos hermanos, María y Luis, de 10 y 7 años, el juzgado escuchó al niño un año después de la presentación de la denuncia. En los pasillos, además, el chico se topó con su progenitor, «desencadenándose una reacción de pánico». El auto de archivo determina que no se puede considerar que se cometiera delito porque algunas lesiones graves se produjeron de «manera accidental» y que en el resto de las ocasiones se trataron de simples «cachetes». De forma casi inmediata, el progenitor inició acciones para conseguir la custodia de los menores. La madre ha estado encausada porque, ante las lesiones que presentaban sus hijos, no los llevó a las visitas con el padre.

Eva es una adolescente de 14 años. Convivía con el padre por acuerdo de ambos progenitores. Al cabo de un tiempo, la chica confesó a su madre sus miedos hacia el hombre. Relató que la insultaba y golpeaba, y pidió irse a vivir con ella. La mujer acudió a la Guardia Civil y denunció. De forma paralela, en otro proceso civil se establecieron nuevas medidas. Pero un día, cuando Eva iba paseando con una amiga, se encontró con su padre. Perseguida a la carrera y agarrada por los pelos, fue introducida a la fuerza en el vehículo que conducía el progenitor. La amiga declaró todo en el juicio, pero la joven, que fue al juzgado acompañada por el hombre, lo negó. Nadie evaluó si habían existido amenazas o coacciones.

David y Alejando son dos hermanos de 15 y 17 años. Cuando se presentó la demanda, hacía cinco años que estaban internos en un centro de menores porque no querían vivir con el padre. Ambos fueron testigos de la violencia ejercida sobre su madre y, según su versión, ellos también fueron maltratados por el cabeza de familia. Una psicóloga del servicio público advirtió del riesgo de que fueran a vivir con el progenitor. A pesar de ello, un juzgado estableció la custodia del padre basándose en que la negativa a convivir con él se debía a la influencia materna. Dada la edad de los chicos, la medida fue imposible de ejecutar y acabaron en un centro. La queja cita otro caso de abusos donde fueron denegadas «sin motivación» las pruebas solicitadas.

La demanda no lo recoge, pero sí se ha tenido en cuenta la historia de Blanca (nombre supuesto), publicado en abril del 2017 por este diario. Su hija tenía 3 años cuando una pediatra le preguntó qué le había hecho su padre, ante la sospecha de que hubiera abusado de ella. «Empujarme, pegarme... tocarme la vulva, chafarme el cap (cabeza), los ojos, las manos, los dedos, la nariz, las piernas, los pies». «Y esto de tocarte la vulva, ¿cuándo lo hace?», continuó la doctora. «Cuando yo le rasco el penis». ¿Y cuándo es eso? «Cuando me meto en la bañera». El encuentro fue grabado en mayo del 2016.

Mientras un juzgado penal archivó el caso, una jueza de familia acordó, en una resolución pionera, la suspensión de las visitas de la menor y de su hermano pequeño con el progenitor. La resolución desacreditaba por «falta de coherencia» el dictamen de la unidad de servicios de detección de abusos del Hospital Sant Joan de Déu, donde una pediatra y una psicóloga concluyeron que la madre, que nunca fue visitada, podría haber influido en el discurso de la pequeña. Blanca ha recibido hace unos días un fuerte revés. La Audiencia de Barcelona ha estimado el recurso de su expareja y tiene que llevar a sus dos hijos al punto de encuentro y a uno de ellos al pediatra para «desbloquearlo».

Este diario también publicó el caso de Montse, una madre a la que se le ha retirado la custodia de su hija después de denunciar presuntos abusos de él. Sin pruebas, se determinó que la mujer sufría «preocupación mórbida».