Era la final más impredecible de la historia de Tu cara me suena, porque no había un claro favorito, sino cuatro. Pero ganó quien tenía que ganar: María Villalón. Y con ella, ganaron los otros cuatro finalistas, mejor dicho, los otros ocho concursantes, porque todos, en las entrevistas previas y por los pasillos del estudio donde se hace el talent de A-3 TV, manifestaban un único deseo: «Que gane María». Porque la malagueña, además de un indiscutible talento y una humanidad desbordante, llevaba tras de sí una historia de cenicienta moderna que necesitaba demostrar que era suyo el zapatito de cristal.

Y es que, tras ganar hace 12 años otro talent, Factor X, e iniciar una carrera que empezó bien (de ella es la canción La lluvia), las cosas no fueron como esperaba y acabó trabajando en un McDonald’s y emigrando a Escocia, donde servía sándwiches. Hasta que recibió la llamada del cásting del exitoso programa de A-3 TV. «La gente debió de pensar, ¿quién es esta chica? Fui la penúltima confirmada y me dije: ‘¿Dónde voy yo en una edición con gente tan conocida?’. Y de ahí a pensar que ganaría... Aún no me lo creo», decía el viernes, en el plató donde, tras cantar la copla Ojos verdes en la piel de Pasión Vega, acababa de proclamarse ganadora con los votos de los telespectadores.

«Lo importante, cuando tienes un sueño, es intentarlo. Y yo lo hice, pero pensé: ‘Igual no está pa mí’. Y cuando quise tomarme un tiempo y llevaba seis días en Edimburgo viviendo en un hostel y buscándome la vida, llegó la oportunidad. Quiero que mi historia sirva para eso. Como dice mi madre: ‘Al final, lo que siembras lo recoges’». Y añade, emocionada: «Es un premio a tantos años de música», concluye la artista.