Una lectura en clave aragonesa de los comicios permite alumbrar esperanzas sobre una iniminente retirada del trasvase del Ebro gracias a la victoria del PSOE, pero el electorado envió ayer otros mensajes muy claros. Primero, que no quiere en el Gobierno a un partido que no ha estado a la altura de las circunstancias tras el 11-M. Segundo, que rechaza la política exterior de Aznar. Y tercero, que recela de otra mayoría absoluta, que prefiere un gobierno alternativo obligado a dialogar y a pactar. Zapatero ya hizo anoche esta lectura con su prudente mensaje. "Encabezaré un cambio tranquilo", dijo. Y así debe ser.