Aragón es una comunidad puntera en la investigación sobre accidentes de tráfico y en la reparación de los nuevos dispositivos de seguridad para vehículos (ADAS), con una creciente focalización en los automóviles eléctricos. Ello es así porque, desde hace ya 30 años, alberga el Centro Zaragoza, una entidad autónoma financieramente que tiene su sede en Pedrola, en el valle del Ebro, y que además de reconstruir y analizar los siniestros para averiguar las causas forma a mecánicos, peritos y gestores de talleres.

El Centro Zaragoza combina la actividad investigadora con la prestación de servicios al sector del automóvil en el periodo de posventa, desde el aseguramiento hasta la peritación de daños y la reparación.

«En estos momentos, nuestro punto de interés se centra en la manipulación segura de los coches eléctricos, desde que el gruista los retira de la carretera, pasando por el remolcado, hasta la intervención en el taller», explica Juan Luis de Miguel, ingeniero industrial y director de Investigación. Su cometido cubre desde la prevención de accidentes a la reparación de vehículos, pasando por la reconstrucción y el análisis de los siniestros.

«Se trata de neutralizar el riesgo de descarga eléctrica, un campo que incluye también protocolos para los bomberos y los propios ocupantes», señala De Miguel en referencia a los vehículos que funcionan con batería. «Los eléctricos no presentan los mismos riesgos que los vehículos de combustión», precisa.

«No son más peligrosos, pero todo el que los manipula debe conocer los riesgos que entrañan los cables de alto voltaje o el almacenamiento de las baterías», explica. El Centro Zaragoza, subraya su director de Investigación, vive un proceso de renovación constante. En la actualidad, indica, aparte de la impartición de cursos sobre el vehículo eléctrico, gran parte de su actividad gira sobre los conocidos como Sistemas Avanzados de Ayuda para la Conducción o ADAS.

«Quien compra un vehículo nuevo debe saber que hay sistemas de asistencia a la conducción, desde los que ayudan a aparcar a los que frenan el vehículo para mantener la distancia de seguridad o los que actúan ante problemas repentinos, como la irrupción de un peatón en la calzada», señala De Miguel. Son dispositivos de seguridad que, como el que permite mantenerse en el carril, prestan un gran servicio y pueden salvar la vida al conductor y al resto de ocupantes. En este campo, la función del Centro Zaragoza es la reparación de los citados sistemas de ayuda al conductor. «Estos mecanismos entrañan cambios en las formas de reparación, pues están integrados en componentes del vehículo que pueden sufrir daños en caso de siniestro», comenta el ingeniero industrial. Llama la atención la complejidad de este objetivo, pues cada marca y modelo posee sus características. «Nuestro cometido es enseñar cómo se deben reparar y unificar procedimientos», apunta.